Menores están expuestos al peligro de abusos sexuales, revela estudio

No se trata simplemente de “dormir con el enemigo”. El hacinamiento en los hogares en los que es común que padres e hijos duerman en la misma cama deriva en una serie de peligros para el abuso sexual contra los niños, así lo revela un estudio de la ONG  Asociación Solidaridad Países Emergentes (ASPEM), realizado sobre la base de viviendas en cuatro asentamientos humanos de El Agustino.

Según la investigación, se han registrado cerca de 30 factores de riesgo que dan pie a dichas agresiones, entre los principales: la tugurización, la violencia familiar, la falta de prevención y la inseguridad ciudadana. Pero ¿cómo podrían derivar en delitos?

A merced del abuso

Primero en las casas, el hacinamiento elimina la privacidad, además de que las discusiones y las relaciones sexuales de los padres son vistas por los hijos, quienes  crecen sin confianza para expresar sus necesidades y que sean atendidos.

Lo peor es que los niños crecen en un entorno tosco, sin la menor idea de sus derechos y aprehendiendo la pérdida de valores morales, a merced del papá abusivo  o el vecino “amigo” que en vez de cuidarlos los mira como el blanco perfecto para su perversidad.

 Se edifica un entorno peligroso

Según Teresa Carpio, de Save The Children, este ambiente tugurizado en la vivienda o el barrio constituye uno de los factores de riesgo más grandes que posibilitan el abuso sexual infantil. “El 70% de agresores provienen del entorno cercano de la víctima, desde padres, familiares, vecinos”, dijo.

Sin embargo, el problema es amplio y tiene que ver también con el ambiente social en que se desarrolla el barrio.  “No sabes con quién te puedes chocar a la vuelta”, son la palabras de una vecina recogidas por el estudio para enfatizar el peligro que nace  por la ausencia de una planificación urbana asistida.

Tanto calles, pasajes y escaleras son estrechas y casi en el barrio no hay espacios públicos, por ende los niños viven en contacto directo con el peligro. “Ahora los muchachos están en la calle timbeando… si por casualidad uno le roza, son capaces de írseles encima a uno”, relató otro vecino.

La aceptación de la violencia

No solo se tratan de espacios limitados sino inseguros y riesgosos, lo cual hace más vulnerable la protección de los infantes y donde los padres empiezan a ver los golpes  y accidentes como algo “normal” que puede ocurrir.

El estudio también señala las concepciones de los vecinos sobre la violencia, pues  la “aceptan” si la ven como un castigo. Por otro lado, se practica la crianza sexista, en la que se prioriza el cuidado de la mujer en  desventaja del varón. Sin embargo, esta idea se asocia con concepciones machistas, como el hombre  que se “siente bien macho solo por estar con una y con otra”.

Incluso asumen el consumo del alcohol o de drogas como una muestra de “masculinidad”, “madurez” o “valentía”. Esto los vuelve vulnerables al abuso de otros mayores. El peligro está allí muy latente.

 42% de familias están hacinadas

El citado estudio llamado Factores de riesgo  frente a la ocurrencia del abuso sexual a niñas y niños en barrios tugurizados de Lima Metropolitana analizó a 130 familias de Virgen del Carmen, Bello Horizonte, Santa Isabel y Amauta I.

Revela que el 42% de familias están hacinadas y el 70% de hogares cuentan con camas compartidas por adultos y niños (colecho). Se tomó como referencia el número de familias por cada lote, llegando a develar hasta 5 de ellas en solo lote.

Recomienda a los gobiernos regionales, locales y distritales  identificar los mecanismos para informar y motivar a los padres a combatir estos abusos.

Reacción

«Los niños deben contar con un ambiente especial, pues si no van a crecer como una parte más de la propiedad de sus padres, sin derechos…”