Estamos acostumbrados a escuchar que es necesario alimentarnos bien para incorporar las vitaminas y minerales que nuestro cuerpo necesita. Pero, a veces, con el trajín del día laboral o la vida universitaria no lo hacemos y entonces empezamos a considerar la idea de tomar suplementos vitamínicos para “ayudarnos”. Pero… ¿Podemos simplemente elegir una de las farmacias y empezar a tomarlo? “Hay tantos y son tan diferentes que uno tiene primero que determinar con un médico qué diferencias existen para elegir uno. Tomar un suplemento cualquiera puede ser perjudicial si tiene componentes que no necesites”, explica la doctora Geraldine Maurer, nutricionista de la Clínica San Borja.
Generalmente, los problemas se manifiestan por exceso de vitamina A, D, E y K, pues este se almacena en el cuerpo. Así, por ejemplo, la vitamina A fortalece nuestras defensas, sin embargo, “el consumo excesivo puede producir enfermedades del hígado y, en el caso de las embarazadas, suponer problemas para el feto”, advierte la nutricionista Alejandra Valdez.
Una sobredosis de vitamina D puede aumentar el calcio en la sangre, lo que conlleva una pérdida de apetito y de peso, pero puede terminar en una falla renal. Y la provitamina A puede tornar la piel anaranjada y no se recomienda a fumadores, pues aumenta el riesgo de cáncer al pulmón.
De otro lado, a la mayoría de jóvenes y adultos con exceso de trabajo o descanso insuficientes se les recomienda el complejo B. “Este no hace ningún daño, pues el exceso se puede eliminar a través de la orina”, explica la doctora Milagros Agurto, consultora de marketing nutricional.