La vacunación y la educación son dos herramientas poderosas para evitar las muertes por diversas enfermedades, entre ellas la neumonía. Las enfermedades respiratorias resultan especialmente peligrosas para las personas ancianas, así como para los niños y niñas.
Se ha detectado, por ejemplo, que Loreto exhibe el lamentable récord de ser la región con más muertes por neumonía en esta temporada invernal, en la que las temperaturas usualmente calurosas bajan hasta 13 °C. En lo que va del invierno, se han registrado 33 muertes por neumonía el doble que el año pasado, y 26 víctimas fueron menores de 5 años. Solo durante la semana que pasó, 30 nuevos pacientes fueron ingresados al Hospital Regional de Loreto, en Iquitos, por este mal respiratorio.
Mientras en Puno y otras zonas altoandinas el factor determinante es el frío extremo (la temperatura llega a 10 grados bajo cero), en la selva lo que afecta principalmente son los altos índices de humedad, de hasta 100%, consecuencia de las prolongadas lluvias y de las características propias de ese ecosistema.
Entrados en la segunda década del siglo XXI, resulta intolerable la muerte de infantes por enfermedades perfectamente prevenibles y contra las que se cuenta con la poderosa herramienta que dan las vacunas. ¿Qué está fallando en el caso de Loreto? Las autoridades están llamadas a mejorar sus campañas y respuestas frente a este mal.
Lo que se comprueba es falta de previsión, prevención y organización.
La selva es un territorio amplio, por lo que deben implementarse programas de vacunación y atención rápida en los lugares alejados y de difícil acceso. Junto con la vacunación y la logística de transporte y sanitaria, tiene que afrontarse la desnutrición crónica, la automedicación y también la excesiva confianza en curanderos locales, que no cuentan con las herramientas requeridas para el caso, potentes antibióticos que les permitan el tratamiento intensivo e inmediato de un cuadro de neumonía grave.
No podemos bajar la guardia. Las autoridades de las regiones amazónicas tienen que analizar los ejemplos de zonas de la sierra sur, donde, con voluntad, esfuerzo y trabajo, los sectores público y privado actúan con muy buenos resultados.
En Apurímac, a pesar del frío y las heladas en alturas superiores a 3.800 m.s.n.m. y con 70,3% de pobreza, según el INEI, se ha registrado hasta la fecha solo una muerte por neumonía de un menor de 5 años. Esto gracias a una estrategia de vacunación, prevención y educación sobre los síntomas de la enfermedad.
En la localidad de Huacullo, por ejemplo, uno de los puntos más alejados de Apurímac, a 5.100 m.s.n.m., se ha roto el círculo vicioso neumonía-muerte, luego de una intensa campaña de educación focalizada en los padres y madres de familia, a cargo de las autoridades de Salud. A los equipos médicos itinerantes e intensificación de las campañas de vacunación, se ha sumado la visión de incluir a la población mediante la educación preventiva que les permite reconocer los síntomas iniciales de las infecciones respiratorias agudas (IRA) y comprender que deben acudir inmediatamente al centro asistencial. Trabajan, además, junto con los médicos en el seguimiento de sus casos para evitar fatales recaídas.
Tienen, pues, que ser alentadas las campañas nacionales de vacunación y profundizarse la prevención y la educación en estos temas trascendentales. Los aliados naturales en esta lucha sin cuartel a favor de la vida son los padres de familia. Las autoridades nacionales y regionales no deben perder esto de vista y, más bien, tienen que coordinar esfuerzos para apoyar a las poblaciones y grupos etáreos más vulnerables.
No cabe que en un país como el nuestro, que es ejemplo mundial de crecimiento y salud económica, persistan aún tan bajos índices de calidad de vida, y menos aun que niños y niñas peruanos sigan muriendo por neumonía y otras enfermedades perfectamente prevenibles
Editorial El Comercio