Un quinquenio más, sí importa

 1. Antecedentes. La tarde del viernes 15 de julio el presidente electo y su primer ministro dieron a conocer la composición del gabinete ministerial que iniciará el gobierno del quinquenio. Deseamos que realmente se alcancen los objetivos postulados y que haya buena brisa y viento para surcar la coyuntura.

Muchas reacciones hubo post anuncio. Los medios hurgaron en antecedentes de cada persona elegida y emitieron diversas opiniones. Legítimas todas en un clima democrático en el que vivimos. Sin embargo en el campo educativo se esperaba desde el magisterio y de quienes siguen la coyuntura educativa, una renovación. Pero más pesó la gestión a medias, poco lucida a los ojos y sentir de los docentes del interior y de Lima, a pesar de los avisos promocionando obras de infraestructura que no se ven de acuerdo a la urgencia de la demanda y a la promesa de un cambio de gestión educativa.Es la decisión del presidente electo y su primer ministro. ¿No hubo una pizca de duda? ¿No supieron leer más allá que el lenguaje de la inversión, del emprendedurismo, de la meritocracia? ¿Y lo pedagógico? El tiempo dirá como dicen los abuelos. El docente en este último quinquenio a pesar de haber recibido mejor formación -nunca será demasiado para mejorarlo- no fue tomado en cuenta en los equipos interprofesionales que se convocó para ocupar plazas de especialistas en el Ministerio de Educación.

En este escenario el sindicato, como que “está en la nube” y no hace suyas las demandas de sus miles de asociados. ¿Qué ha sucedido? Esa ausencia abona en los antecedentes de una crisis que no se evidencia -en marchas, huelgas, paros- pero se siente. ¿El maestro arrió banderas de reivindicación sindical por abrazar un grado académico y cumplir la ley? “Sorpresas te da la vida”. Si viviera Horacio Zevallos, de Arequipa, o José Ramos Bosmediano, Pepe Ramos, de Sarayacu – Ucayali, otra sería la percepción. Ellos imprimieron el ritmo inquebrantable por la mejora de los docentes tanto pecuniaria como profesionalmente. Dirigentes sindicales de esta talla se extrañan. No por el enfrentamiento, sino por la capacidad de planteamientos referente a la política educativa y a la reivindicación laboral del magisterio nacional.

Estamos lejos aún de alcanzar la transformación de la educación nacional. Los docentes de las instituciones educativas no deberían ser sólo los cumplidores de decisiones, sino generadores de procesos educativos, de aprendizajes, dirigidos a alcanzar una buena educación. El discurso oficial debería hacerlos protagonistas de los procesos, y no sólo cumplidores de matrices, indicadores y responsables de resultados. Falta mucho para que se le construya el espacio profesional y se le reconozca al maestro como generador de conocimientos. Existe aún mucha resistencia desde la academia y desde otras profesiones. ¿Son los maestros acaso responsables de la calidad de formación que reciben de parte del Estado? ¿Por qué se permite una formación escolarizada y poco profesional? El maestro es hoy ejecutor de lo que otros piensan, planifican y deciden, así no sean educadores. ¿Cuesta mucho consultar al verdadero responsable y a la experiencia de otros docentes? En mucho ahí radica la ausencia en el discurso oficial, del enfoque pedagógico que requiere nuestra educación. Está llena de accesorios y no de lo sustantivo.

2. Espejismo. Es lo que se produce cuando se analiza lo realizado por el sector en este período que concluye. ¿De cuántos espejismos hablamos cuando nos referimos a estos últimos cinco años? Las decisiones tomadas, no conducen necesariamente al logro de una buena educación, o como la moda dice “la calidad de la educación” Un fenómeno no sólo óptico, sino comprensivo tenemos si creemos que la suma de todo lo desarrollado de manera impulsiva logrará los resultados prometidos.

En este período gubernamental hubo dos énfasis en la gestión. Uno el de la ministra Salas que procuró darle un ordenamiento desde los aprendizajes y la participación de la comunidad y desde el desarrollo magisterial. Sin embargo no contó con profesionales con experiencia y conocimiento pleno de lo que es el quehacer educativo en un país complejo, diverso, intercultural. Se empezó, sin duda, a trabajar con los protagonistas pero no con la intensidad y premura que la situación requería. El segundo énfasis fue el de ministro Saavedra, quien desde el inicio enfatizó el tema de la gestión educativa y de la inversión en educación. Retomó algunos programas postergados e inició nuevas acciones, no de política educativa sino de enfoque y dinamismo en la gestión. Las ideas y decisiones ya estaban (evaluación magisterial, establecer jornada escolar completa a más colegios y no quedarse en sólo algunos; hacer que el curso de inglés se implemente, para ello capacitar a docentes). Se continuó con el programa de becas y la evaluación censal de los alumnos. Se puso un mayor énfasis en la creación de colegios de alto rendimiento y en la promoción de la inversión en educación mediante la alianza público-privada y la modalidad obras por impuesto. Según opinaba Otra Mirada al finalizar el 2015 “El monto asignado al sector Educación asciende a S/. 24,813 millones, monto equivalente al 3.85 % del Producto Bruto Interno (PBI) superior solo en 0.35% al otorgado en el presente año. Esto quiere decir que se invertirá un poco más de S/. 2.500 millones respecto al 2015.Con dicho monto se pretende promover la calidad de servicio educativo, reducir el déficit de infraestructura educativa y lograr mejoras salariales para los docentes”. (OTRA MIRADA 07.12.15). Esta cantidad es insuficiente. Mucha fanfarria escuchamos en la promoción del ministro para que continuase en el nuevo gobierno y eso fue escuchado por el Presidente electo y el primer ministro. Existe expectativas por lo que se ha hecho, pero no es suficiente. No se siente el liderazgo en todo lo que implica la educación peruana. Se puede ser un excelente investigador educativo, diseñador de políticas, pero no es un ejecutor. Pasar del escritorio al terreno, al día a día es otro cantar. Los énfasis puestos en el desempeño de la función no han sido homogéneos. Quedan pendientes no sólo la Ley de Institutos y Escuelas de Educación Superior, sino la estrategia de su desarrollo. ¿Una muestra que la profesión docente no está en la agenda prioritaria? ¿Con qué docentes se dará cobertura al anual retiro de la profesión por tiempo de servicios, fallecimiento, enfermedad? De eso nunca se habla y existen estadísticas que lo advierten. ¿En qué calidad de formación se vienen modelando los nuevos docentes?

3. Renovarse para no caer en el intento. Al ser reconfirmado en el cargo para un nuevo período de gobierno, sería necesario que el Ministro Saavedra realice una autocrítica, revise y haga ajustes en su discurso y le imprima un enfoque pedagógico. ¿Hacia dónde va la educación nacional? ¿Qué cambios y ajustes requiere en su visión y misión el sector educación? ¿Cuál es el objetivo a conseguir en el quinquenio? No debería olvidar que ser líder del sector educación implica tener la capacidad de conformar un equipo de pares que sepan de lo que es la cultura educativa, que conozcan a los actores, que tengan “olor a aula, a escuela”. No sólo a prestigiosos y jóvenes investigadores. La experiencia también debería ser convocada y en eso pareciera que se procede con lo que se expone en la ley de educación superior: los mayores de 70 años, dejan el sistema. Un líder educativo debe pensar en la totalidad de las cosas pero también ocuparse de los pequeños detalles. Debería saber motivar a su equipo y comprometerlo, pues ellos son parte de un proceso importante del cambio en el país y por ello deberían dedicarse con pasión y empeño.

El Ministro Saavedra ha realizado una parte de la complejidad del tema educativo. Existen muchos pendientes (reestructuración del sector, descentralizar funciones, establecer lineamientos de política educativa nacionales, regionales, locales; aplicar una política educativa intercultural; etc.), que deberían abordarse con igual premura que las inversiones con medidas descentralizadas, generando el desarrollo de competencias de equipos multidisciplinarios donde los docentes tengan la oportunidad de desempeñar funciones de gestión a partir de sus experiencias vividas.

Reiteramos que una postergación de la decisión en la formación docente, no tendría justificación. Concluido el período no fue posible que se eleve a la Presidencia la Ley de Institutos y Escuelas Superiores para su promulgación. ¿Por qué? En el “balance” que ha hecho el Ministro Saavedra en el Conversatorio “Crecimiento e Inclusión social” hizo un recuento de lo realizado con los énfasis que todos conocen, pero “se olvidó” de tratar el asunto de la formación docente. Habló de la mejora de los aprendizajes, pero no dijo nada de cuál sería el perfil del docente que requiere el sistema educativo peruano para asumir estos retos. Un poco de autocrítica dentro del triunfalismo no vendría mal al iniciar la nueva gestión.

El país, su educación, requiere de ideas, de enfoques pedagógicos y no enredarse en cifras e instrumentos de medición estimulados por PISA, dejando de lado los resultados de las pruebas nacionales que se aplican a nuestros alumnos. ¿De qué sirven las pruebas censales peruanas si luego no se traducen en medidas pedagógicas para el buen enseñar, aprender y comprender? Somos un país diverso, intercultural, que requerimos de equidad e inclusión respetando historias, usos y costumbres de los pueblos. No somos un país que debe estandarizarse, pues perderíamos la riqueza de nuestra diversidad, la oportunidad de ser innovadores, no para responder a estándares internacionales sino para preservar nuestra riqueza natural, histórica y cultural. Por ello se demanda una política educativa acorde con lo que somos y pensada desde sus actores. Esperamos que en el nuevo quinquenio las prioridades se ajusten a las verdaderas demandas educativas.

Luis Miguel Saravia, Opinion Asociados, Opinión de Asociados

Fuente: http://foroeducativo.com