Segundo domingo de mayo: Día de la Madre

El origen del «DIA DE LA MADRE» es la tierna historia de una joven que pierde prematuramente a su madre. Una que concibió la idea de dedicar un homenaje, un día sin igual, para rendirle tributo a la madre. La estadounidense Ana Jarvis de Philadelphia, luego de la muerte de su madre en 1905, decide escribir, a maestros, religiosos, políticos, abogados y otras personalidades, para que la apoyen en su proyecto de celebrar el «Día de la Madre» en el aniversario de la muerte de su madre, el 2do domingo de mayo.

Tuvo muchas respuestas, y en 1910 ya era celebrado en casi todos los estados de los Estados Unidos. Viendo la joven Jarvis, la gran acogida a su iniciativa, logró que el Congreso de los Estados Unidos presentara un proyecto de ley a favor de la celebración del «DIA DE LA MADRE», en todos los Estados Unidos.

En 1914, luego de deliberar y aprobar el proyecto, el Presidente Woodrow Wilson firmó la petición que proclamaba el «DIA DE LA MADRE» como día de fiesta nacional, que debía ser celebrado el segundo domingo del mes de mayo y se impuso la costumbre de llevar flores rojas quienes tenían sus madres vivas y blancas los que la habían perdido. Posteriormente otros países se fueron sumando a la celebración y Ana Jarvis pudo ver a más de 40 países de diferentes partes del mundo en este acontecimiento sentimental que no tenía otro fin que rendir homenaje y enaltecer a ese ser que da parte de su ser para dar vidas, y aún su vida por el fruto de sus entrañas.

En el Perú Carlos Alberto Izaguirre, diputado ancashino, sanmarquino de corazón, presidente del grupo cultural universitario «Ariel», hijo bien, alzó la voz muy fuerte y anunció su deseo de romper con la orfandad en el Perú. Habló en el hemiciclo ante sus pares y les dijo que el país no podía sustraerse a una fiesta que cada vez se extendía más, por medio de la cual se honraba a mamá, sí, la de todos, la única, la reina de la casa. Los políticos olvidaron entonces sus banderas partidarias y alzaron el pabellón filial. Aceptaron por unanimidad la petición, llegó el tema al Senado, al ministro de Instrucción y al presidente, y el 12 de abril de 1924 se promulgó la resolución suprema más mimosa: «Vista la solicitud que formula el ‘Ateneo Universitario Ariel’ de esta capital, sobre la constitución del ‘Día de la Madre’. Estando a lo acordado. Se resuelve: Declarar día solemne, bajo la denominación de Día de la Madre, el segundo domingo del mes de mayo». Rindiéndose así homenaje al ser más querido y abnegado que es la madre que con sus sacrificios sin límites enseña a sus hijos a amar y a querer la vida y a sus semejantes. Todas las madres sin distinción son agasajadas en este día y el compromiso de los hijos está en honrarlas toda la vida.

Esta fecha es propicia para reflexionar sobre las madres del campo, de las que trabajan en fábricas u oficinas y, en general de las madres de todas las condiciones sociales, porque la madre es sólo una y su amor es sublime. Los poetas han escrito hermosos poemas dedicados a las madres, con los cuales no hacen sino rendir homenaje al ser más excelso que todo lo da y es todo amor.

 

MADRE MIA

Al dormirme tranquilo en la noche,

¿Quién amante mi frente acaricia?

¿Quién me da de mañana sus besos?

Tú, madre mía.

¿Quién alienta afanosa mis pasos?

¿Quién con ternura exquisita

mis errores de niño corrige?

Tú, madre mía

.

¿Quién con todos es dulce y es buena?

¿Quién al triste acompaña en sus cuitas?

¿Quién me infunde el amor de los hombres?

Tú, madre mía.

Cuando el tiempo tu rostro marchite,

y tu voz y tus fuerzas se extingan

¿Quién por ti velará cuidadoso?

Yo, madre mía.

Pedro Menéndez (México)

A MI MADRE

No es la aurora el resplandor prístino

tan celestial como mi amor radiante;

y en tu mirada de ángel divino,

el fuego eterno de tu amor gigante.

Entre dos infinitos, el destino

puso a mi tierno corazón amante:

¡el infinito de tu amor divino

y el infinito de mi amor brillante!…

Para llenar a tu alma de alegría,

el amor puro que mi pecho siente

yo quisiera decirte, madre mía.

Pero el genio más rico y más potente,

con esfuerzo aun, no pintaría

¡todo lo hermoso de mi amor ardiente!

José Santos Chocano