Promover la creación de más “Escuela de Padres” en los centros educativos públicos en todo el país como una medida de prevención es una iniciativa que los ministerios de Educación y el de Salud deben impulsar para ayudar a disminuir los casos de maltrato a los niños por parte de sus progenitores.
Así opinó la sicóloga Melissa Collazos Campos, especialista en problemas emocionales y de conducta en niños, quien recordó que estas escuelas fueron creadas hace más de 80 años en Francia, bajo el lema “Unirse- Instruirse-Servir”, un exitoso espacio en el que se intercambiaban experiencias entre todas aquellas personas interesadas en la educación y el crecimiento de los niños y niñas.
La experta de Psicosalud anotó que en el Perú, las Escuelas de Padres se implementaron en la década de los 80, inicialmente en centros de educación privados, como una medida preventiva para manejar diversos problemas relacionados con la educación, crianza de los niños y las relaciones familiares.
Sostuvo que en estos encuentros, generalmente dictados por profesores y profesionales afines, se brindan consejos para que los padres puedan lidiar con diferentes situaciones referidas a la educación de sus hijos, como por ejemplo, control de conducta, técnicas de estudio, actividades recreativas, problemas de aprendizaje, alimentación, etc.
“Estas escuelas permitieron afianzar las relaciones positivas de los padres e hijos, y disminuir el número de casos de violencia familiar, deserción escolar y problemas de conducta del niño, además de que redujeron los diversos problemas en el ámbito escolar”, agregó.
Collazos explicó que en varios colegios particulares se logró crear un equipo familia-escuela en pro del desarrollo socioemocional y cognitivo del niño, que ayudó a que el niño culmine sus estudios de una forma óptima, recibiendo el apoyo de quienes lo rodean; esto es la familia, la escuela y la sociedad.
Manifestó que cuando se detectaba en el plantel a niños con problemas, se les derivaba a un sicólogo, quien asumía el trabajo terapéutico no solo a manera individual con el niño, sino también a nivel familiar. Era en ese momento en que el profesional podía detectar si el padre o la madre tendrían propensión a un tipo de conducta violenta; o si permitían y escondan la violencia en su hogar y, por ende, el maltrato del otro cónyuge contra el niño.