Según cifras de la Organización Mundial de la Salud, actualmente existen más de 500 millones de personas obesas en el mundo, tres millones de ellas mueren cada año debido a las complicaciones que este mal provoca en el organismo.
Especialistas aseguran que esta “epidemia” es causada por el inadecuado estilo de vida, como el sedentarismo, ingesta de comida chatarra, gaseosas, golosinas, y alimentos con alto contenido de azúcares.
Para el profesor Jimmy Bell, especialista en obesidad del Imperial College de Londres, todo este desorden alimentario empezó con la producción masiva del maíz y del jarabe de maíz de alta fructosa, comúnmente utilizado hoy en todo el mundo como edulcorante en alimentos procesados.
Esto provocó un incremento masivo en las cantidades de alimentos baratos abastecidos a los supermercados estadounidenses: desde cereal hasta galletas de bajo precio. Como resultado, las hamburguesas se hicieron más grandes y las papas fritas se hicieron más grasosas.
Hoy, cada vez más expertos están comenzando a pensar que hay algo específico en la fructosa que está acelerando la obesidad.
La obesidad, además de causar enfermedades crónicas como accidente cerebro-vasculares, produce infartos, celulitis, males al corazón, diabetes, artrosis, várices, etc.