Nadie debe actuar como simple espectador ante el bullying, afirman

Lo más importante frente a los casos de bullying es no actuar como simples espectadores, pues la indiferencia puede llevar a situaciones extremas, como las conocidas recientemente, en las que el suicidio fue visto como un trágico escape, sostuvo hoy el psicólogo Arturo Ruiz Paredes.

El especialista del Instituto Médico de Lenguaje y Aprendizaje (IMLA) manifestó que la relación del hostigador con su víctima se mantiene por la exigencia de una audiencia de espectadores, es decir, de otros escolares que observan el hecho impávidos y en muchos como un espectáculo.

«Mientras más se permita que el espectador observe sin considerarlo parte del problema, mayor experiencia adquiere éste para asumir nuevos roles disfuncionales en la escuela. En el futuro puede convertirse en acosador o en una nueva víctima», alerta.

Según comentó, el bullying o acoso escolar se presenta cuando un alumno está expuesto permanentemente a hechos negativos que otro alumno o varios de ellos llevan a cabo, en una demostración de poder o fuerza.

«El bullying es una lucha de poder donde se pretende demostrar quién es el más fuerte y violento dentro del grupo», acota.

Refirió que generalmente la víctima se caracteriza por ser débil, frágil, insegura, con baja autoestima y tendencia depresiva, que fácilmente se puede embarcar en ideas suicidas. A menudo no tienen ni un solo amigo y se relacionan mejor con los adultos que con sus pares.

Por el contario, los hostigadores suelen ser físicamente grandes, carecen de empatía, son impulsivos y proclives a la acción negativa. Tienen una fuerte necesidad de someter a otros compañeros. A menudo son desafiantes y agresivos frente a los adultos (padres y profesores).

Sus formas de maltrato son tanto verbales, como físicas, a través de insultos, humillaciones, patadas, golpes, exclusión, amenazas, etc.

A modo de recomendación, Ruiz dijo que ante casos de bullying los padres y el personal escolar no deben tolerar que ningún estudiante haga daño a otro ni física ni psicológicamente.

También, anotó, los docentes deben responsabilizarse de una mejor supervisión y de una vigilancia más constante. «Si los docentes logran eliminar el miedo de la vida del estudiante, serán capaces de realizar un trabajo más eficaz».

Por último, el profesional recomendó a los colegios y escuelas considerar la aplicación de programas de prevención e intervención que contemplen el desarrollo de habilidades sociales y la resolución de conflictos.

Fuente: ANDINA