Normalmente cuando se evalúa el desempeño de los profesores de los colegios, lo que e hace es observar clases, analizar los resultados de los alumnos en las pruebas, pedir la opinión de coordinadores y directores, pero rara vez se hace encuestas o se les pregunta de modo abierto a los alumnos. Algo de eso se hace a nivel universitario pero no a nivel escolar. Hay un cierto temor por parte de las autoridades de que los alumnos piensen que pueden tachar a algún profesor, o también una presunción de que los alumnos no tienen criterios para evaluar a sus profesores. No faltan aquellos a los que no les importa lo que piensen los alumnos.
En las antípodas están los investigadores la Fundación Bill y Melinda Gates en EE.UU. que ha financiado un proyecto de 45 millones de dólares para tal fin. La intención es detectar nuevos modos de distinguir a los buenos profesores de los malos, en el sentido de profesores que logran que sus alumnos aprendan versus los que no lo logran. Colaboran en ello científicos sociales y más 3000 profesores y sus alumnos de las ciudades norteamericanas de Charlotte, N.C.; Dallas; Denver; Hillsborough County, Fla., incluyendo Tampa; Memphis; New York; and Pittsburgh.
Los estadígrafos han empezado a rankear a los profesores con un modelo al que denominan “valor agregado” que implica darle un puntaje a cada profesor en función de los resultados de considerar las mejoras en los aprendizajes de los alumnos de un año a otro medidos en las pruebas estandarizadas (atribuibles por tanto a ese profesor). Eso se correlaciona con las percepciones que tienen los alumnos sobre sus profesores respecto a su habilidad para mantener el orden de la clase, de focalizarse en la instrucción, y de ayudar a los alumnos a aprender de sus errores. Es resultado preliminar del estudio es que los profesores con mejores puntajes de parte de los alumnos suelen ser los mismos profesores de los cuales los alumnos aprenden más a lo largo del año, medido por las ganancias de puntajes en las pruebas estandarizadas (bajo el concepto de valor agregado).
Para llegar a estas correlaciones se pidió a miles de alumnos que llenen cuestionarios confidenciales elaborados por Ronald Ferguson de la Universidad de Harvard sobre el clima de aprendizaje en clase creado por sus profesores. Después de comparar los puntajes asignados por los alumnos con los puntajes de los valores agregados de los profesores, los investigadores han encontrado que hay una alta coincidencia.
Las clases en las que la mayoría de los alumnos están de acuerdo con al expresión “Nuestra clase se mantiene ocupada y no pierde el tiempo” tienden a estar a cargo de profesores con un alto puntaje de valor agregado. Así mismo son altamente valorados los profesores de los que se dice “En su clase, aprendemos de nuestros errores” y “Mi profesor usa diversos caminos para explicar cada tema que cubrimos en clase”.
En esencia, lo que resulta es que los alumnos que han vivido experiencias diversas con diversos profesores, saben exactamente quienes son los buenos profesores. Estos hallazgos han motivado a 20 estados en EEUU a revisar todo su sistema de evaluación y acoger este tipo de valuaciones
Otro hallazgo interesante es que los profesores que constantemente ejercitan a los alumnos para prepararse para las pruebas estandarizadas tienen un menor puntaje de valor agregado que aquellos que trabajan metódicamente los temas cruciales de lectura y matemáticas. Es decir, los profesores que enseñan para preparar a los alumnos para rendir las pruebas no solo son los menos apreciados, sino además sus alumnos obtienen resultados más bajos que sus pares.
La conclusión de todo esto es que vale la pena incorporar el criterio de los alumnos a la hora de evaluar el impacto positivo que tienen en ellos los profesores.
Fuente: What Works in the Classroom? Ask the Students NYT By SAM DILLON 10/Dic/2010