Develando nuestra política educativa

1. Raíz. Nos hemos preguntado ¿cuál es el marco de nuestra política educativa? ¿Por qué el discurso nos induce a cambios con el pretexto de que tenemos brechas profundas que deben cerrarse en aras de alcanzar la calidad? ¿Por qué se elige gestión antes que formación? ¿Por qué se persiste en aplicar una oferta educativa que no viene dando resultados en los países que la han aplicado? ¿Es sólo falta de decisión política o es presión de otros niveles que responden a una tendencia globalizadora que define objetivos y estrategias lejos de las realidades como la nuestra? ¿No basta la experiencia colonial que tuvimos para postergar y valorar lo que tenemos y que nos costó construir? ¿No es mejor corregir que ignorar?

Un dicho popular aconseja desde siempre “cuando las barbas del vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”. Y lo decimos porque ante las “recetas”, “lecciones aprendidas”, “experiencias exitosas” terminamos el siglo pasado y emprendimos este, sin buenos resultados. Se trata hoy de medir el aprendizaje, de participar en las pruebas internacionales, para corroborar que estamos muy por debajo de la media. Vamos pasando por diversas experiencias, dejando lo esencial y priorizando lo que hoy se llama gestión (antes era la humilde administración escolar), los resultados y todo aquello que nos recomienda la investigación especializada y no reaccionamos profesionalmente pidiendo que dejen concluir lo que se inicia en todo proceso educativo, que “las novedades educativas” deben incorporarse y no hacer tabla rasa de lo que se empezó.

2. Modelo, tendencias, alejados de lo importante. La educación, dominada por el modelo económico, no se detiene en la aplicación de comportamientos y fórmulas para que todo se ciña al proceso económico de acumulación y dominación. Todo lo quieren convertir en sujetos de comercio. “La discusión acerca de los Tratados de Libre Comercio y el análisis de las políticas de reforma implementadas en las últimas décadas, que han contribuido a definir un escenario propicio para la comercialización de la educación, cobran sentido en el marco de la nueva estructura de poder internacional propia de la actual etapa de reestructuración del capitalismo en el contexto de la globalización neoliberal.” (FELDFEBER, Myriam. Educación “¿en venta?” Tratados de libre comercio y políticas educativas en América Latina. , En Políticas de Privatización, Espacio Público y Educación en América Latina. Cap.5. Gaudêncio Frigotto, Pablo Gentili, Roberto Leher, Florencia Stubrin. CLACSO/Homosapiens Ediciones. Rosario 2009.) Hoy “…no sólo se regula el comercio de bienes, sino también el comercio de servicios, incluyendo entre estos últimos a la educación, así como la propiedad intelectual y las normas relativas a la inversión extranjera, por lo que se puede decir que más que tratados de libre comercio son tratados de libre mercado.” (Íbidem).

La llegada del libre comercio a la educación está cargada de significados y por ello como el camaleón se adapta al sistema que se desarrolla, sin dejar de lado sus objetivos y estrategia. Ocurrió en México en época de Salinas de Gortari (1988 a 1994). Todo se lleva bajo la sombrilla de que se trata de un tratado comercial y no cuestiones fundamentales, ni menos la educación. Poco se habla de la imposición que presiona y el secreto con que se manejan las negociaciones.

Estos tratados llevan consigo un proyecto de reorganización de la educación -que le llaman reformas- pero no dicen de qué. Sólo sabemos por los énfasis que ponen en promover determinados campos que apuntan a la instrumentalizaicón de la persona, y no a su desarrollo integral. Aboites, escribe: “Es un proyecto, …, que se está enfrentando hoy directamente a la historia de la educación como derecho para todos que nació de las luchas independentistas del siglo XIX y de las movilizaciones sociales de comienzo del siglo XX. Es un enfrentamiento en el que, por una parte, millones de niños y jóvenes siguen reivindicando y con esto, al mismo tiempo, fortalecen la base de conocimiento indispensable para el futuro de sus países. Además, escuelas y maestros se ven crecientemente obligados a adoptar prácticas y puntos de vista que reflejan una creciente mercantilización de la educación.” (ABOITES, Hugo. Derecho a la educación y libre comercio: las múltiples caras de una confrontación. En Políticas de Privatización, Espacio Público y Educación en América Latina. Cap.5. Gaudêncio Frigotto, Pablo Gentili, Roberto Leher, Florencia Stubrin. CLACSO/Homosapiens Ediciones. Rosario 2009.). Patente y patético. Pero es así como juegan con los intereses y derechos de las mayorías, los gobiernos que no tienen un objetivo claro. Fierro y cemento no puede ser la respuesta, ante brechas y carencias. Nuevas normas y reglas para quienes se encargan de desarrollar la educación en el país. Aquí con mucho esfuerzo se logró aprobar la Ley sobre Reforma Magisterial, que bien podría haberse llamado Nueva ley del Escalafón Magisterial, y los docentes han asumido los requerimientos. Del lado de la gestión, que se dijo que se impulsaría para que sea el motor de la reforma, aún no se evidencia a que conduce la aplicación del ROF del propio Minedu, donde se sigue centralizando la planificación y decisiones. La Regiones que deberían ser las contrapartes ejecutoras de la política educativa, aún dependen de lo que planifique y determine la llamada Sede Central: el Minedu. Las Direcciones Regionales y las UGEL siguen la misma estructura, aunque se ha transferido tecnología, pero no decisiones. La columna vertebral ha tenido poco remozamiento, menos reforma. Ante la falta de recursos -aunque se ha incrementado un poco el presupuesto- se apuesta por la llamada “alianza público privada”, en el rubro de infraestructura. Se insiste tanto, que la comunidad piensa que allí está la solución al mejoramiento de locales escolares, al mantenimiento de los servicios. Una responsabilidad trasladada -sin querer queriendo- a lo privado, cuando es pública. Una contraposición como dice Aboites donde “La responsabilidad de la sociedad para con sus miembros aparece como trasladada de manera creciente a los organismos y empresas privadas y, en concreto, los acuerdos de libre comercio impulsan una reducción de lo público que haga a un lado los impedimentos para el desarrollo de lo privado-mercantil.” (ABOITES, Hugo. Op.Cit.). De otro lado poco se habla de valores, de democracia, de participación, de derechos, todo como si apareciese subsumido en nuevas relaciones, donde la opinión y el mandato colectivo no están presentes. Casi todo se contrapone al servicio del mercado. Y aquí cabe la lógica del discurso de la educación como un negocio y se desdibuja a la educación como fundamentalmente un proceso público, como un derecho de todos sea cual fuere el origen étnico, social y el género de las personas, y como responsabilidad social a cargo de un Estado redistributivo. ¿Tenemos un eco de esto en el discurso oficial? En la gestión de la ministra Salas esto se anteponía al ruido del fierro y el polvo del cemento.

¿Es que la educación ya no es un derecho? ¿No debe ser pública, gratuita para todos? Hoy la ideología del mercado nos “vende” la educación como una oportunidad donde se compite porque es él quien pone las condiciones y donde sólo pueden acceder los que tienen recursos, donde se da lugar a la preeminencia de los valores empresariales en la formación, el tratamiento y lenguaje. Por ello se habla hoy de “competitividad”; es decir, la educación debería reorientarse para formar al “capital humano”, con conocimientos, habilidades y aptitudes. Se enfatiza en la educación para el trabajo -somos un país pobre, sólo con materias primas- por ello debe preparase al “capital humano” para su desarrollo y tecnificación. Valores, práctica ciudadana, participación, formación integral de la que se habla en educación para todos, quedan relegados. Se deja el modelo de la escuela formadora para reemplazarla por centros de capacitación para mejor desempeño en el trabajo. Como en los años 90 se quiere insistir en el esquema que obliga a escuelas a competir entre sí por el acceso a los recursos necesarios para su subsistencia que ofrecen los fondos gubernamentales. Modelos que han fracasado o no han dado el resultado que se esperaba se quieren imponer por esta vía.

¿Qué nos está pasando como sociedad, que hemos renunciado al análisis esclarecedor, a la pedagogía crítica? Estamos perplejos ante las maravillas que la tecnología pone en sus vitrinas. Contentos porque la educación ha sido convertida en negocio y mercancía y que brinda productos de mercado (egresados). Ya no se busca trabajo, sino mercado para mi competencia. Como si los educandos fueran maquinaria pesada, o volquetes que esperan un contrato. Hoy la escuela quisieran convertirla en un centro de servicios educativos, que los compra y vende. La escuela de hoy debería “producir” personas capacitadas, competitivas, con un perfil establecido, estandarizado, para que respondan a determinadas funciones, desempeños que el mercado demanda.

¿Qué haremos con nuestro marco legal, la educación y el conocimiento que se le define como instrumento indispensable para el desarrollo nacional y como derecho de todos? ¿Lo reestructuraremos para poner la educación como servicio y no como derecho y por ello debe ser regulada?

3. Concluyendo. Develar el misterio que trae tras de sí la llamada “reforma educativa”, sin un análisis ideológico, es aceptar una imposición respaldada por otros intereses: los del mercado y sus agentes. Y de eso se trata. Por eso está nuestro sistema educativo de tumbo en tumbo. Sin prioridades claras, donde el centro de todo debe ser el niño y el joven y no el producto para servir al mercado. No se habla de alumnos, de educandos, se habla de emprendedores, de desarrollo de competencias, de habilidades.

Recibimos asombrados los cambios que se dan en educación. Pedimos la continuidad de un ministro que es facilitador de agendas que tienen como marco el encause del sistema para que brinde un servicio educativo y pasarlo al campo del mercado. Estamos renunciando -sin reaccionar- a una educación que promueva el desarrollo personal y de la misma sociedad. Renunciamos a un derecho. Lo cambiamos por una oportunidad. Allí donde el que tiene recursos económicos puede. El que no, permanece donde está. No se busca una educación para nuestro país intercultural, sino para el mercado. ¿Lo permitiremos? (29.08.15).

PD. Habiendo concluido el artículo, el diario La República publica la siguiente nota: Agua, educación y salud se privatizarían por Acuerdo de Comercio de Servicios (http://larepublica.pe/impresa/economia/699494-agua-educacion-y-salud-se-privatizarian-por-acuerdo-de-comercio-de-servicios). Sin comentarios.

Fuente: http://foroeducativo.com/