Cinco policías están acusados de torturar y matar a Luis Ravello Aparicio de 39 años, un humilde mototaxista y padre de 6 hijos, al interior de la comisaría de Cañete en donde fue detenido por supuestamente robar un simple saco de azúcar. Sin embargo, lo que es peor es que los policías son sospechosos de fabricar pruebas para simular un suicidio.
Este crimen, para mayor gravedad, contó con el encubrimiento de oficiales superiores que alcanzan incluso al entonces jefe de la Dirección Territorial de la Policía, Abel Gamarra, uno de los comensales de la ya célebre cena en las Brujas de Cachiche ofrecida por el ex vicepresidente Omar Chehade.
Todo empezó la tarde del sábado 18 de junio del año pasado cuando el mototaxista Luis Ravello fue detenido cerca al mercado de Cañete acusado de haber hurtado un saco de azúcar en una tienda de abarrotes y llevado a la comisaría. Según el primo de la víctima, fue conducido horas después al hospital Rezola en una camioneta de la Policía, pero una vez ahí, fueron sorprendidos por la tía y sobrino de Ravello quienes trabajaban en el nosocomio, una increíble coincidencia que permitió develar el misterio del crimen.
Para deshacerse del cadáver sin despertar sospechas de que había sido asesinado dentro de la comisaría, los policías primero planificaron dejar el cuerpo en el hospital aduciendo que lo habían encontrado moribundo en una acequia de la zona llamada Mamalá y que necesitaba primeros auxilios. Lo que no sabían estos policías era que quien abriría la puerta del hospital sería nada menos, que el sobrino de la víctima quien también alertó al otro familiar que trabajaba ahí.
Al enterarse, la tía de la víctima, salió corriendo en busca de explicaciones y logró conversar brevemente con uno de los policías que había dejado el cadáver de su sobrino. Con pocos datos, la familia inicia su propia investigación y lo primero que descubrió es que nunca hubo un parte policial de la detención de Luis Ravello a pesar de que permaneció por unas horas en el calabozo. Luego supieron que el dueño de la mototaxi, Rodolfo Vicente, fue convocado por uno de los policías para recoger su vehículo. Vicente fue el último testigo que vio con vida a Luis Ravello quien denunció recibir presiones de los policías para no contar la verdad.
La teoría del cadáver en la acequia se caía a pedazos, la ropa y zapatillas de Ravello no tenían rastros de agua ni barro. Al verse descubiertos los policías que hoy son acusados por delito de homicidio, plantearon la segunda coartada: que Luis Ravello se había suicidado en el calabozo de esa dependencia policial. Como evidencias presentaron dos retazos de una frazada polar con las que supuestamente Luis Ravello se habría ahorcado, pero un laboratorio confirmó que era imposible que se haya ahorcado con la manta polar que presentaron como evidencia.
Además, lo más grave fue que la policía escondió evidencias cuando la fiscal responsable de esta investigación, Victoria Allemant, se acercó a la comisaria a recoger pruebas. Por orden del general Abel Gamarra Malpartida, entonces jefe de la Dirección Territorial se guardaron las evidencias, según lo describió el comandante responsable de la investigación interna, Jorge Cotito en su testimonio. Horas después y fuera de la diligencia, los retazos del tejido polar fueron irregularmente entregadas a la fiscal.
El cuello de Luis Ravello, efectivamente, presentaba horribles señales de ahorcamiento. Pero estas no correspondían a que se hubiese colgado, pues las marcas en ese caso serían oblicuas. Como vemos en las fotografías de la investigación, las marcas eran rectas. El ahorcamiento fue al parecer violento. Ravello habría intentado soltarse de sus agresores con las manos y uñas, por eso es que 3 de los policías, Marino Jesús Ormeño, Miguel González Espíritu y Sergio Vargas Zamora presentaban signos de lesiones traumáticas recientes y lesiones descritas. Tal vez por eso, las uñas de la víctima fueron cuidadosamente cortadas una vez que murió.
Ante la inapelable realidad, la fiscal pidió la detención del policía Miguel Ormeño quien hoy se encuentra recluido preventivamente en el penal la Cantera de Cañete. Las investigaciones aún no han culminado pero la fiscalía ha pedido la detención de todos los implicados. Mientras tanto, la Inspectoría ha dictado solo sanciones menores contra los policías implicados
Lo más indignante es que si bien estos policías han sido sancionados administrativamente, esto no les impide seguir laborando en su institución, gozando de su libertad y percibiendo un sueldo del Estado para combatir, supuestamente, al crimen organizado. Una contradicción que no hace sino dejar muy mal parada a una institución policial que lejos de sancionar a los malos policías, los encubre
Fuente: Cuarto poder america televisión