Muchas mujeres que han sobrevivido a un cáncer suelen decir que fue una mamografía la que “salvó su vida”, un testimonio poderoso que puede alentar a otras a realizarse los controles regulares para detectar a tiempo los tumores mamarios.
Pero, ¿cuáles son las posibilidades de que la prueba realmente salve la vida de una mujer? No tantas, según un nuevo análisis publicado en Archives of Internal Medicine.
“Las cifras sugieren que, como mucho, un 13% de las personas diagnosticadas con cáncer de pecho han sido ayudadas. Eso significa que el otro 87% no ha sido ayudado”, dijo en una entrevista telefónica el doctor Gilbert Welch, del Dartmouth College, quien dirigió el estudio.
Welch señaló que las mujeres que cuentan sus historias de supervivencia al cáncer de mama pueden inducir con fuerza a que otras se controlen y, dado que la tecnología mamográfica ha mejorado, las posibilidades de que los médicos encuentren algo sospechoso son mayores.
Pero la detección temprana para algunas mujeres no será un gran beneficio, especialmente si el cáncer es de crecimiento lento, dijeron Welch y colegas. Y muchas serían diagnosticadas y tratadas por un cáncer de crecimiento tan lento que nunca les hubiera generado ningún síntoma ni amenazado sus vidas.
No obstante, las pruebas tienen beneficios y riesgos, señala Welch, que considera que el debate actual es positivo para los pacientes, quienes están comenzando a pensar más sobre los riesgos de las pesquisas.
En la última investigación, el equipo se concentró en observar cuánto reducen las mamografías la muerte por cáncer de mama. Los autores hallaron que en las mujeres de 50 años con cánceres mamarios diagnosticados por una mamografía, había un 13% de posibilidades de que la pesquisa salvara sus vidas.