El acoso callejero y la violencia contra las mujeres siguen ocupando titulares y reclamando atención. La violencia de género (abuso, violación, trata, violencia doméstica, feminicidio) es una espiral que no disminuye con el crecimiento económico ni con el posicionamiento de la Marca Perú. Necesita medidas específicas y requiere atenderse desde la familia y la escuela, porque es allí donde se cultiva y/o permite.
La Red de Educación de la Niña ha planteado 4 Políticas de Género en Educación con sus respectivas medidas, que han sido presentadas al Ministerio de Educación y cuentan con el respaldo de UNICEF y del Ministerio de la Mujer. Una de ellas es el “Cese de violencia y acoso sexual a niñas y adolescentes”.
Se trata de garantizar que en la escuela las niñas se sientan seguras. Lo primero es dejar de suponer que niñas y niños están en iguales condiciones de vida y enfrentar el hecho de que el acoso y la violencia física y psicológica acompañan toda la trayectoria escolar de las niñas y “afecta profundamente su proceso de desarrollo, desempeño y aprendizajes”.
No es un asunto solo de enseñarles bien matemáticas y comunicación, sino de implementar medidas de protección a su integridad, y también de sanción al hostigamiento y abuso sexual. Una acción básica de protección son los servicios higiénicos diferenciados por sexo, para preservar la intimidad de las niñas, que ya están normados por una ley que no se cumple. Un video de UNICEF muestra que los baños, cuando existen, están deteriorados, carecen de puertas o están con llave para uso de la maestra.
Otra medida propuesta es mejorar las normas contra la violencia sexual, incorporando el delito de hostigamiento sexual, porque hoy quienes lo cometen quedan impunes. Junto a ello, posibilitar el acceso DIRECTO a la justicia, porque ahora, las niñas tienen que pasar por un proceso humillante y engorroso que comienza en la propia escuela, teniendo a veces que denunciar el abuso ante el propio abusador (si éste es un docente o director). Hay que ampliar la definición de violencia, incluyendo la psicológica porque la escuela no puede permitir insultos, burlas o actitudes que denigran a las niñas.
En tercer lugar, garantizar educación sexual y atención a la salud y sexualidad de las niñas, desde el nivel inicial y que estén accesibles en la misma escuela, “que les ofrezcan conocimientos sobre su cuerpo y su sexualidad, que fortalezcan su autovaloración y autoestima y les proporcionen herramientas y recursos para su cuidado y desarrollo personal, haciendo posible que crezcan constituyéndose como personas dignas y autónomas”.La educación sexual previene el embarazo adolescente y posibilita que las adolescentes pongan en marcha su proyecto de vida. Aunque algunos han pretendido confinarla al ámbito de las familias, es un mandato internacional y de la Ley de Igualdad de Oportunidades.
Escuelas que no corten las alas de las niñas, sino que las desplieguen, comenzando por su dignidad.
Opinión de Asociados, Teresa Tovar
Fuente: Diario La Primera