Una niña de 11 años en un colegio en donde siempre sacó malas notas y le transmitieron que era bruta, cuando terminó, se demoró en encontrar qué estudiar, qué ser. Tuvo la oportunidad de esperar para ir encontrando su “talento”, y ahora es una dramaturga brillante, con docenas de obras de teatro escritas y publicadas bajo la firma de la prestigiosa editorial internacional.
Ken Robinson, famoso educador británico, ha revolucionado las ideas de la educación formal declarando que esta mata la creatividad. Que es una educación centrada en formar personas para futuros trabajos de oficina, sentándolas en escritorios para enseñarles matemáticas y lenguaje. Él propone que tan importante como la alfabetización es la enseñanza de la creatividad, pero que, al poner tanto énfasis en las notas y lo que está “bien” y lo que está “mal”, bloqueamos el instinto natural infantil a tomar riesgos y a equivocarse. Al estigmatizarse los errores, arriesgamos menos, lo que produce cada vez menos ideas originales y creativas.
Encontrar el talento individual y estimular la inmensa capacidad de innovación e imaginación de los niños generará adultos magníficamente creativos. Y felices.