1. Un sentir político y docente. Pasó un quinquenio más en la historia de nuestra educación. Pasaron ideas, proyectos, decisiones. Los resultados de lo poco que se propuso están a la vista y otros los veremos en el próximo quinquenio, pues la educación es un proceso que demanda tiempo para apreciar lo alcanzado. No es fácil hacer una evaluación si sumamos solo las medidas sobre lo que permite la ley de educación. Convendría hacer un estudio costo beneficio para analizar si la inversión valió la pena y si fue la más idónea. Igualmente en el plano académico si los objetivos y metas afirmaron nuestra identidad nacional y se formó al ciudadano que el país requiere.Políticamente se podría apreciar que se ha avanzado y mucho en temas que fueron muy publicitados: Beca 18 (cerca de 45 mil jóvenes a nivel nacional y 83 mil becas de estudio en el Perú y en el extranjero), ley para la Educación Superior, Infraestructura, (13 mil millones de soles a la mejora de infraestructura educativa (se ha construido y rehabilitado alrededor de 4000 escuelas en todas las regiones del país, en especial en el área rural; asimismo se tendrán 22 Colegios de Alto Rendimiento, y la posibilidad de aumentar el acceso al Bachillerato Internacional en dichos colegios públicos); implementación de la Ley de Reforma Magisterial (la remuneración docente se ha incrementado en un 40%), y todos los programas dirigidos al desarrollo profesional del docente, el Plan de Educación Intercultural Bilingüe, el cambio curricular nacional, ley de Institutos y Escuelas Superiores (aprobada y por promulgarse); Plan Selva, y otros. Sin embargo sigue siendo notoria la poca inclinación por una actualización en el discurso pedagógico. Se publicitó mucho la experiencia de Finlandia, inclusive funcionarios visitaron la experiencia y vinieron funcionarios fineses. ¿Cuál es el resultado de ello, si los funcionarios que fueron ya no están? La “novelería” ha sido siempre nuestra frustración en educación y dejar de lado la contribución del magisterio con sus experiencias y a los investigadores educativos con sus aportes
2. Perfil de un ministro de educación. Si a un docente para ejercer su profesión se le exige un título y a un director maestría y postgrado, ¿cuánto y qué se le debería exigir a quien dirigirá la educación nacional? Una aproximación al perfil de quien podría ser ministro del sector educación debería ser no solo la profesión, sino talante y talento político y social para desempeñarse como el conductor de la política educativa nacional aplicada para alcanzar una buena educación. El concepto de educación que lo inspire debería confluir en la construcción de un hombre y una sociedad fundada en conocimientos, valores y actividades cimentadas en una estructura democrática, humana, ética, justa, solidaria. Todo ello desde una visión histórica y sociopolítica del país diverso e intercultural y sus educandos. En suma el perfil de un ministro de educación debería ser ante todo pedagógico, investigador de la educación, con formación humanista y social. Agente de cambio de los profesionales de la educación, de los educandos y de la comunidad.
Desde la vertiente académica un ministro de educación debería ser versado en temas de los debates educativos, el conocimiento y la incorporación de la tecnología en aprendizaje de niños y jóvenes, que se viene dando en la región y el mundo. No estar sólo aparejado con los referentes estadísticos, las mediciones de aprendizaje y la poca preocupación para el mejoramiento y desempeño en el aula y en la función social del docente. Hemos pasado de la sustitución de la economía del trabajo por la economía del conocimiento en las sociedades avanzadas. Este cambio debería suscitar, además, un debate sobre nuestra educación intercultural. ¿Quién debe liderar la discusión?, ¿quién la debe promover? Quien lidera el sistema educativo nacional. La historia nos dice que han existido más promotores de campañas educativas que pensadores de nuestra educación. Nuestro sistema educativo está a la zaga de los cambios que se vienen dando en el conocimiento y en su forma de gestionarlo. Necesitamos un gestor pedagógico a la par que un promotor de una gestión eficiente para el sistema educativo peruano.
3. Un ministro para una educación del siglo XXI. Lo dicho anteriormente podrían ser los prolegómenos de lo que debería ser un profesional que tenga la responsabilidad de liderar la educación del país en esta parte del siglo. Debería poseer conocimientos, habilidades, valores y actitudes para conducir la educación nacional que formará a los ciudadanos del siglo XXI. Debería asumir los retos en el sistema educativo para la preparación de las nuevas generaciones, en la perspectiva de formar ciudadanos competentes, que asuman la necesidad de un aprendizaje permanente y el mejoramiento de sus capacidades tanto para la realización personal, como para participar en la sociedad y aportar al desarrollo económico y productivo del país.
Debería darle una direccionalidad propia a su sector a fin de garantizar el desarrollo de las cualidades de niños y jóvenes mediante una combinación de conocimientos, capacidades y actitudes ajustadas al contexto de tal manera que se garantice el desarrollo personal, mediante la ciudadanía activa y democrática con la inclusión social. Para ello la política educativa debería promover el cultivo del pensamiento crítico, la creatividad, el desarrollo de iniciativas, la resolución de problemas y un desarrollo de los sentimientos y actitudes que se requieran para vivir en un país diverso e intercultural.
Debería promover el debate nacional entre los docentes, sintonizándolo con el debate internacional para no ser meros repetidores de experiencias y no generadores del saber pedagógico desde la interculturalidad.
Nos acercamos al bicentenario de la independencia y ello exige renovación y nuevos planteamientos pedagógicos para una niñez y juventud que encuentre en la ciencia y la tecnología el complemento que la formación humanista demanda en toda educación integral. También exige continuidad en presupuesto, en proveer lo material.
En este nuevo período que se inicia debería cuidarse que el ministro de educación lidere el cambio que debería ser permanente creador y generador de políticas educativas para alcanzar las metas de un país libre y democrático, debería ser un pedagogo y también un promotor de inversiones en educación. Salvo mejor parecer.
Luis Miguel Saravia
Fuente. http://foroeducativo.com