Nueva ley magisterial debe reivindicar la ley 24029

Es lamentable que el SUTEP esté dividido en dos partes, y cuya fragmentación es obra y gracia de esos dirigentes que se hacían elegir por la representación de delegados y que le temían a los votos universales. Esos dirigentes son los que santifican a Patria Roja, partido que representa Rene Ramírez, secretario general del SUTEP, oficialmente reconocido por el Ministerio de Educación; y la otra facción del SUTEP conocida como CONARE (Comité Nacional de Reconstrucción y Reorientación), que lidera Efraín Condori, que para Patricia Salas, no son más que agitadores del MOVADEF, movimiento político este que busca la amnistía de Abimael Guzmán, condenado a cadena perpetua por ser autor de miles de muertes inocentes en el país.

Secretarios generales del CONARE- SUTEP, Ayacucho, Edy Camones; y Carmen Palomino de Apurimac, deslindan tajantemente de este movimiento terrorista y violentista del Movadef y se manifiestan libres de toda atadura partidaria a favor de esta organización, replanteando convincentemente que la única lucha que enarbolan es la defensa de la educación, pero no una educación afiliada a los grandes poderes económicos que se lucran unos cuantos dirigentes a costa de la miseria salarial de los miles de maestros a lo largo del país.

Carmen Palomino, secretaria general del CONARE- SUTEP Apurimac, es bastante puntual sobre este asunto del enriquecimiento ilícito de unos cuantos dirigentes y sobre la división del gremio sindical de los maestros. Hace mención de la Derrama Magisterial que está controlada por los dirigentes de Patria Roja y que son los responsables de la pobreza de los maestros, a pesar de que administran su propia plata, en caso de préstamos cuando éste realiza, le cobran altos intereses a igual que cualquier otra financiera, cuando muy bien debería aplicarse la política de cero intereses cuando un maestro hace un respectivo préstamo a la Derrama.

Son 14 los departamentos del país que tienen al SUTEP –CONARE como bandera de un nuevo sindicato de los maestros; un verdadero sindicato que responda a una fiel representación de política sindical y defensa de los maestros, cuyos dirigentes y secretarios generales son elegidos a través de los votos universales, es decir, un maestro, un voto, más no así la acostumbrada mafia de aquellos dirigentes y secretarios generales, que fueron elegidos y varias veces reelegidos a través de la representación de delegados, previos arreglos que iban amasándose de fortunas económicas con los santificados cargos dirigenciales con defensas de pura verborrea solamente, que les auto permitía hacerse de otras carreras, como abogados por ejemplo. Hoy ya viven como grandes burgueses, tienen la boca cerrada a cuatro llaves. Es decir, fueron dirigentes en busca del acomodo económico solamente, más no así por la convicción de ser perseverantes a la defensa de un ideal, en este caso a la defensa de la educación.

Si García puso en purga a los eternos dirigentes del SUTEP de Patria Roja, y estranguló al Magisterio con una Ley de la Carrera Pública Magisterial, teniendo como una única bandera al sonado cuento de la “meritocracia”, que no fue otra cosa más que la  fragmentación del magisterio nacional, cuyos resultados están a la vista: ley discriminatoria solamente, que no menciona el universo de los maestros, sino que busca el selectivismo indiferente, evaluando aspectos generales de una realidad, más no así puntualizando criterios de evaluación individual del docente.

La nueva ley magisterial de los docentes que tiene preparado el ejecutivo, y que según Ollanta Humala, debe ser aprobado por el Legislativo a unos 60 días aproximadamente, debe ser una ley que reivindique la Ley del Profesorado, la 24029, y no  se haga una nueva ley desconociendo los derechos de la 24029, ni mucho menos buscando políticas de su desaparición como lo pretendió hacer Alan García y compañía. Ollanta Humala debe ser bastante concreto y coherente con lo que dijo en campaña, y que no crea las condiciones para ser juzgado más adelante como mentiroso y traicionero de las expectativas tan eternamente esperadas por los docentes para ver mejoradas su condición social y económica.

POR: Ricardo Quevedo Ramírez

Fuente: Diario voces