La Navidad es el «Cumpleaños de Jesús»… y la esencia de la Navidad, es que Jesús no quiere ahora descansar en un pesebre, sino en tu corazón, desde la Eucaristía… ¡y esto es realmente real!… verdad de vida (Juan 6:53).
Las Velas de Adviento: Son 4, una para cada domingo. Tres son de color «morado», no alegres, sino de penitencia… y nos indican que tenemos que «limpiar nuestra alma» durante el Adviento, con el arrepentimiento y una buena confesión, porque Jesús no puede estar en un alma sucia por el pecado. La Cuarta es «rosa», alegre, del último domingo, con Jesús llenándote de su amor.
Santa Claus o Papá Noel: Muchas leyendas… pero es el mismo de Daniel 7: Un anciano bonachón con cabellos blancos de eternidad, envuelto en rojo de amor… ¡es Papá Dios!, que viene trayendo regalos: Nuestros ojos, manos, corazón, el aire, las rosas, el sol… y el mejor regalo que nos quiere dar es ¡a Jesús en nuestro corazón!. Tu y yo tenemos que parecernos a «nuestro Padre», ser generosos, llenar de regalos a familiares, vecinos, amigos… sobre todo tratar de darles a Cristo con amor, ¡como nuestro Papá Dios! (Dan.7:9-10).
Las Luces: Jesús es «la luz del mundo»… tantas y de tantos colores, son el símbolo del Espíritu Santo de amores, ¡el de las 7 lámparas del Apocalipsis!… y son tantísimas, grandes y pequeñitas, porque son también símbolos de ti y de mi, de cada cristiano, que también somos «la luz del mundo», ¡como Cristo! (Juan 8:12, Apoc.1:13, Mat.5: 14).
Los Villancicos: Parrandas, posadas… son para felicitar a los papás del Niño, a San José y la Virgen, como hacemos en cada nacimiento… y para glorificar el mismo Niño Dios, hecho casi nada por nuestro amor.
El Árbol: Cuando nace un niño, alguien importante es la madre, a quien le llevamos ramos de rosas para felicitarla… pero aquí se trata de la Madre de Dios… así es que no le damos solo un «ramo», sino «un árbol completo», bien adornado… y puesto en el centro de nuestro hogar para decirle a María, «si cuando nació tu Hijo no tuviste sitio en la posada, ¡ven ahora a mi casa!»… y millones de cristianos le ofrecemos a la Virgen María nuestra casa hoy día.
Pesebre: El más importante… Jesús en un pesebre, con la Virgen y San José. La Navidad es una «fiesta familiar».
Entusiasmo: Es la característica de la Navidad. «En theus» quiere decir «en Dios»… cuando se está «en Dios», por fuerza, hay «entusiasmo», alegría, esperanza, ilusión, sueños lindos de amores… ¡de mil colores!…
Un pensamiento: Mientras haya un niño con hambre, o un pobre que no tenga pan, podremos tener fiestas, ¡pero no tendremos Navidad!.
La Navidad Diaria: Jesús ahora nos espera cada día en la Eucaristía… y esto no es símbolo, ¡es realmente real!… nuestra Navidad de cada día… saturarnos a diario de entusiasmo, de su amor, gozo paz… ¡y darlo a los demás!…
En Belén, Dios se hizo un niño, no podía hablar, lo tenían que limpiar… ¡un niño, pero era Dios!… ahora en la Eucaristía se hace más humilde todavía, ¡solo vino y pan!… ¡pero es Dios!, exactamente el mismo de Belén… para lo mismo, para llenarnos de su amor… es la ¡locura del amor de Dios! de 1Cor.1:25… ¡y su flaqueza!, añade el mismo verso, ¡más poderosa que el mundo entero!… Jesús está enamorado de ti. Te espera hecho pan y vino cada día. Déjate querer. Ve a recibirlo a diario en la Eucaristía.
La tradición de poner el Belén en el mundo se remonta al año 1223, en una Navidad de la villa italiana de Grecio. En esta localidad, San Francisco de Asís reunió a los vecinos de Grecio para celebrar la misa de medianoche. En derredor de un pesebre, con la figura del Niño Jesús, moldeado por las manos de San Francisco, se cantaron alabanzas al Misterio del Nacimiento; en el momento más solemne de la misa, aquella figura inmóvil adquirió vida, sonrió y extendendió sus brazos hacia el Santo de Asís. El milagro se había producido ante la vista de todos, y desde entonces la fama de los «Nacimientos» y su costumbre se extendió por todo el mundo.