La escuela que no queremos

En un diálogo sostenido entre docentes y directivos que accedieron al cargo por concurso en marzo del año pasado, se mencionó una lectura titulada “La escuela según el diablo”. En esa ocasión, se permitieron dar rienda suelta a la imaginación para responderse a la pregunta, ¿cómo sería la escuela que no queremos? Lo que recojo de lo allí conversado, espero que no tenga coincidencias con la realidad de muchas Instituciones Educativas públicas en la actualidad.

Contaba un colega que cuando logró la adjudicación del cargo directivo tuvo la gran oportunidad de escoger la Institución entre aquellas con gran número de estudiantes y otras más pequeñas. Prefirió una pequeña, pero ubicada en un lugar estratégico y con buena proyección. No obstante, cuando llegó a la escuela por primera vez en el mes de marzo a tomar posesión del cargo, se enteró que uno de los profesores intentó reunir a los demás docentes para que no lo dejaran entrar ¿El motivo? Al parecer, ni el organizador lo tenía del todo claro. En realidad, la oposición partía de un supuesto, que el recién llegado venía a poner “las cosas en orden”.

Enterado de esto, relataba el directivo, quiso demostrar que esa suposición no era más que un mal entendido y que su misión era mejorar los aprendizajes de los estudiantes. Siendo así, inició una gestión que promueva el compañerismo y buscó generar un clima de confianza.

Días van y vienen, hasta que llega el monitoreo del MINEDU a través del programa de Soporte Pedagógico dirigido a directivos. Al reflexionar con la especialista de asistencia técnica sobre el diagnóstico de la Institución Educativa, el directivo le cuenta de una situación irregular que había detectado y que venía ocurriendo en los últimos años. Al observar las metas de matrícula entre el 2004 y el 2015, la cantidad de estudiantes había disminuido considerablemente, quedando cerca de la quinta parte, por lo que todos los años se tenían que retirar docentes por excedencia.

Otra situación que al directivo le pareció muy extraña, fue que un solo docente era el responsable del programa de recuperación pedagógica y que tenía a cargo todos los grados. Al preguntar a los demás colegas por qué no participaban, mencionaban que esto siempre había sido así y que siempre había sido ese docente quien lo había tenido. Yendo más allá en su indagación, supo que algunos padres de familia solo llegaban a pagarle a ese profesor para que sus hijos sean aprobados. Peor aún, padres de familia de otros colegios conocían el asunto y pedían llevar el programa de recuperación en esta escuela, porque “allí era fácil aprobar, solo pagabas al docente”. En base a esta información, se tomó la decisión de no llevar a cabo el programa de recuperación pedagógica en el presente año.

Retomando el tema de la deserción escolar y la consecuente excedencia docente, el diálogo con la asistente técnica revela también que, de un tiempo a esta parte, el colegio había venido modificando su zona de atención escolar. Antes atendían estudiantes cuyos padres de familia eran de nivel socioeconómico medio y de zonas muy cercanas, pero llegó un momento que empezaron a matricularse estudiantes de zonas muy alejadas, ya que no se cobraba cuota de APAFA. Esta situación atrajo muchos estudiantes con casos graves de maltrato psicológico y físico. La consecuencia es que muchos padres de familia optaron por retirar a sus hijos, quedándose muchos niños agresivos con hogares disfuncionales, sin que la escuela haga algo por recuperarlos. Así, la imagen de la Institución se fue deteriorando al grado se ser reconocida como “la escuela que recoge a todos los expulsados de otros colegios”.

El directivo contó también que un día por la mañana llega a su oficina y encuentra en uno de los cajones de su escritorio una pistola sin cacerina. Sorprendido, llama al subdirector para preguntarle si tenía algún conocimiento de esto. El subdirector le manifiesta que al terminar la tarde, unos niños de quinto grado de primaria lo tenían como “juguete”, pensado que no era verdadera. Ellos dijeron que la habían encontrado en un aula. Inmediatamente se llamó a la policía, quien confirmó que se trataba de un arma. Dicen que luego llegó el padre de uno de los niños preguntando por la pistola, pero al conocer que la policía había intervenido, no más volvió.

Por otro lado, seguía el directivo con su relato, los docentes de su escuela trabajaban de una manera muy tradicional y sin control alguno. Siempre se les veía alimentándose en el mercadito cerca al colegio, dejando de lado a sus estudiantes por largo rato. Además, en plena clase los padres de familia entraban a la escuela a conversar con los docentes por otro buen rato. Por si fuera poco, los docentes se reunían en el momento que creían conveniente, perjudicando las horas de clase, o invertían tiempo de clases en la preparación de sesiones. En suma, se perdía un gran porcentaje del tiempo.

Cuando el directivo se reunió con la especialista encargada de la asistencia técnica para dialogar sobre estas situaciones, sale a la luz otro caso: buen número de padres de familia están en la cárcel o son delincuentes conocidos. Es entonces que la especialista le manifiesta al directivo que una madre de familia la seguía para tomarle fotos con un celular. Al pasar los días, sale a relucir la “noticia” que el directivo y la especialista eran amantes y que había “pruebas”, es decir, “fotos comprometedoras” en las que se les veía juntos y a solas en la oficina de la dirección.

Al poco tiempo, una madre de familia entra a su oficina sollozando porque no tenía dinero ni para el almuerzo a sus hijos, pues su esposo estaba preso y ella sin trabajo. El directivo entonces se pone de pie y le ofrece un billete para que le dé de comer a sus hijos al menos ese día. La señora muy agradecida le manifiesta que pronto le devolverá el dinero. El asunto pasó, hasta que cierto día se acercan dos profesoras a conversar con el director y contarle que esa madre de familia quería suicidarse, pues no tenía los medios necesarios para mantener a sus hijos y que su vida era un caos. Ante tal situación, las docentes le pidieron ayudarla, contratándola como auxiliar en un aula de inicial. Así ocurrió tiempo después, con el apoyo de los padres de familia. Posteriormente, sin embargo, se corre la voz de que el directivo la había contratado porque quería algo con ella. Algunos docentes hacen eco a este “rumor”, junto con varios padres de familia. Al enterarse, el directivo decide conversar con la señora y firman un documento notarial desmintiendo el rumor.

En otra ocasión, un docente agredió verbalmente a unos niños y los padres lo denunciaron ante la dirección. El directivo elaboró el acta respectiva y lo elevó a la UGEL. Pero la especialista encargada se comunica inmediatamente con el agresor advirtiéndole que “el directivo te ha denunciado y parece que quiere botarte”. Entonces el profesor conmina a sus colegas para elaborar un memorial a su favor, mientras paralelamente, usando argucias legales, exige que “cese la hostilidad en su contra”. Un día en que este mismo docente iba de aula en aula haciendo coordinaciones con sus colegas, el directivo le llama la atención por abandonar su salón, frente a lo cual pretexta un problema de incontinencia y su necesidad de ir al baño a cada momento. Al día siguiente, llega con un balde mostrando a un directivo que le obligaban a orinar dentro del aula porque no se le permitía ir al baño, por lo que denunciaría el maltrato.

Otro caso resaltante era el de los alimentos escolares. Ocurre que el docente que integraba el equipo responsable era el mismo que maltrataba a los estudiantes y tenía a su cargo el programa de recuperación pedagógica. Un día le manifiesta a una madre de familia de la APAFA que si quería algún alimento le pasara la voz, ya que ella llegaba temprano. La señora, sin embargo, decide contárselo al directivo, quien elabora un acta y la da a conocer a la UGEL. Pero el docente no es amonestado y empieza a difamar a los padres de familia encargados de la cocina, llegando a denunciarlos ante el programa Qaliwarma por presuntas pérdidas y robos de alimentos.

En el caso presentado a la UGEL sobre la agresión del docente, las autoridades nunca tomaron cartas en el asunto. Por el contrario, el docente acusado empezó a proponerle a la madre de familia que quisieron involucrar sentimentalmente con el directivo, fingir a cambio de dinero un abuso sexual por parte del director y tomar fotos a la situación para tener “evidencias” que permitan denunciarlo. El docente en mención se coludió, además, con otros docentes para hacerle llegar a su esposa la noticia de una supuesta infidelidad.

Al llegar el proceso de racionalización docente desde el Ministerio de Educación, dos profesores de esta escuela resultan excedentes. Se alían entonces con el docente agresor, acusan a los padres de familia que el directivo quiere botarlos y les piden que los defiendan.

Cuando la especialista en asistencia técnica del MINEDU le pregunta por los aprendizajes de sus estudiantes, el directivo señala la necesidad de una intervención urgente para reorganizar la institución educativa y darle la oportunidad de un nuevo inicio. Le informa además de una nueva conspiración en curso, a cargo de varios profesores para sacarlo del cargo este 2016, de un modo u otro. La especialista, sin embargo, exige al directivo cumplir con los aplicativos, sin tener en cuenta la situación creada en la escuela a raíz de estos sucesos.

Ahora traslado la pregunta a ustedes, amigos lectores: ¿conocen situaciones que se parezcan en todo o en parte a lo aquí narrado? ¿Qué hacer ante ello? ¿Tiene algo de culpa el directivo en alguno de estos casos? ¿Qué procedimiento sería el indicado para afrontar esta situación, considerando que las principales víctimas son los estudiantes? Espero sus respuestas.

Carlos Alberto Yampufé, Opinion Asociados, Opinión de Asociados

Fuente: EDUCACCIÓN

3 thoughts on “La escuela que no queremos

  1. Claro que existen muchos colegio con casos similares, por no decir que casi todos los colegios están tomados por ciertos docentes que con la preparación de clase, elaboración de materiales, los monitoreos fiscalizadores, el director soberbio, los problemas con los hijos, la familia, los quehaceres en casa o el trabajo extra que debe hacer por los sueldos miserables que no cubren la canasta familiar, agregado a esto la mala alimentación porque no alcanza ni para la lonchera de los hijos; pues la gran mayoría de profesores se han desequilibrado y hacen lo que les viene en gana, si hay presión por los logros de los aprendizajes maltratan a los niños, los descuidan y no practican valores; mas aun en la primera oportunidad que encuentran atacan a cualquiera, peor aun si el director es un ordinario dominado por su mujer, por su amante o por algún maquiavélico, los colegio son un caos. Ya es tiempo que se nos paguen los beneficios, considerando que los maestros no tenemos ningún beneficio, ni siquiera existen guarderías, colegios u hospitales y menos clubes ni tratamientos especializados para atender las necesidades psiquiátricas que padecen muchos maestros que están en vitrina de los colegio y ugeles. Quién hace algo por un maestro que enferma en ejercicio, hoy en día estamos tan hostilizados que sabemos que no podemos declarar nuestras enfermedades, porque nos retiran automáticamente y no recibes ni siquiera el sueldo entero que recibías cuando estabas sanito. En todas las entidades los despiden y los indemnizan, les pagan todos sus beneficios, los militares viven cambiándose cada dos años porque cobran una millonada y por 20 años de servicio les pagan mas de 70 mil soles, al maestro le sacan una R.D. por 20 años después de tanto trámite, le ofrecen pagar 380 soles si algún tienen presupuesto dice, es para llorar pero reimos porque ya estamos casi locos de tanta misera por no decir algo con la misma m; en nuestro sector es el Director, la ugel o el Ministerio de Educación que está buscando la forma de desestabilizarte, de aperturarte proceso y ninguna apelación es válida; estos tres monstruos actuales se han metido al bolsillo la entidad que antes tenía autonomía y era respetable, hoy en día con el dictador todo es compadrismo y coima.

  2. MUY CIERTO DIRECTOR, EL MINISTERIO Y LAS UGELES EXIGEN RESULTADOS, PRODUCTOS, PERO NO APOYAN AL DIRECTIVO, QUIEREN QUE SE HAGA MAGIA, CUANDO SE CUENTA CON DOCENTES PROBLEMÁTICOS, APAFAS ACOSTUMBRADOS A LUCRAR Y A DENUNCIAR SIN RAZÓN, TRABAJADORES QUE SE ESCUDAN EN SU SINDICATO Y NO CUMPLEN CON SUS FUNCIONES, Y CUANDO SE LES EXIGE, TE DENUNCIAN POR ABUSO DE AUTORIDAD. LOS DIRECTIVOS NO TIENEN APOYO NI ASESORÍA JURÍDICA DE PARTE DE LA UGEL, ¿COMO SE PUEDE CAMBIAR Y MEJORAR LA EDUCACIÓN FRENTE A ESTA REALIDAD?????

  3. es cierto el ministerio exige resultados a los directivos, pero no lo apoyan ante malos funcionarios de las Ugel y de las DRE; aunque algunos tambien no actuan por que se sienten desprotegidos o apoyados por las autoridades del ministerio.
    este relate se repite en la mayoría de escuelas publicas y es lo que impide que las buenas intenciones de los diferentes ministros que han pasado, quede en nada. perjudicando a la escuela publica.

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