Quienes lo padecen suelen ser inapetentes en el día, pero por la noche sienten deseos compulsivos de comer.
No se trata de una costumbre más o menos curiosa, sino de una enfermedad alimentaria que, si bien no reviste la gravedad de otras como la bulimia o la anorexia, sí puede tener una clara incidencia sobre la obesidad. El síndrome del comedor nocturno es un trastorno del comportamiento alimentario que consiste en un desarreglo en la pauta temporal de la ingesta de alimentos: se consume muy poca cantidad en el primer tercio del día y se aumenta de manera desmesurada durante la noche, en forma de pequeñas pero frecuentes ingestas nocturnas.
El nutricionista Gerardo Bouroncle, de la Clínica Corpo Lineal, explica que el hambre desaforado durante la noche supone la aparición del insomnio, debido a los frecuentes despertares para tomar refrigerios. “Dicho insomnio tiene las lógicas consecuencias para la vida diaria: cansancio durante el día, problemas laborales y riesgo al volante, entre otros.
Además, esta alimentación nocturna produce continuas digestiones a horas desacostumbradas, lo que perturba el sueño e incita a comer más. Pero, en segundo lugar, este síndrome puede llevar a la obesidad”, advierte.
Este síndrome tiene tratamiento, y debe ser multidisciplinario: el dietista, junto con el psicólogo para determinar la terapia a seguir.