La educación en valores siempre ha sido un tema de discusión, principalmente porque los códigos morales varían de país en país, e incluso de comunidad en comunidad. Por esta razón, los parámetros de este tipo de educación, y así mismo la forma de evaluar el aprendizaje en valores y actitudes, es un ejercicio que debe asumirse desde la comunidad educativa local, teniendo en cuenta las necesidades del entorno, partiendo del perfil de estudiantes que cada institución desea formar.
A pesar de que en Occidente se ha tratado de separar el mundo público del privado, y por tanto las actitudes y los valores se gestan, en principio, dentro del entorno familiar (privado), también se le exige a la escuela que enseñe lo básico para unificar criterios alrededor de lo que los ciudadanos deben ser y hacer (derechos humanos, democracia).
Aquí radica el primer reto de la enseñanza de valores: ¿cómo educar sujetos que puedan incorporarse a una sociedad de derecho, con normas establecidas y valores propios, sin sacrificar la capacidad del pensamiento autónomo, que les haga capaces de ver y analizar los errores del sistema mismo en que se desenvuelven?
Analfabetismo moral
No son pocas las quejas de docentes que ven con desolación el cambio actitudinal (para peor, según el sentir general) de los escolares de los últimos años. Algunos se centran en el deterioro familiar que se ha visto reflejado en la actitud hacia el estudio, otros culpan a la participación de los medios masivos de comunicación en la formación de niños y jóvenes, entre otras teorías.
Lo que sí queda claro es que sin importar la naturaleza del reto, el maestro debe asumirlo y adaptarse a las situaciones, teniendo en cuenta ciertos puntos clave sin los cuales no podrá hacerle frente al reto de educar las presentes y futuras generaciones.
– Reconocer que no existe un modelo único de persona, aunque puede apuntarse a un ideal de acuerdo a lo valores prioritarios en la comunidad.
– Contar con un enfoque de derechos, democrático, en el que la no discriminación sea un baluarte, así como el pensamiento autónomo.
– Saber que la enseñanza en valores sí puede ser evaluada eficazmente y no simplemente ponderada de manera subjetiva.
Partiendo de este último punto, para evaluar valores y actitudes en la escuela se requiere de principios consensuados, un perfil de estudiante y ciudadano claro, así como un sistema de procedimientos y espacios para el desarrollo específico de estas habilidades y virtudes, entiendo que la formación en valores es intrínseca al proceso educativo integral, por lo que no se le debe ver como un agregado, sino como un eje transversal al total de contenidos conceptuales, que ciertamente se puede reforzar con actividades específicas, pero que debe conformar la filosofía de todo el PEI.
Instrumentos para evaluar actitudes y valores
Para elaborar instrumentos eficientes, capaces de evaluar la capacidad del estudiante de responder en ciertos escenarios y mostrar conductas dentro de lo apropiado y esperado, es esencial poder dar el salto para dejar atrás la subjetividad y evitar la clasificación de los valores y actitudes en positivos y negativos, sin entrar a considerar los contextos donde ocurren y todas las externalidades que entran en juego.
Es cierto que difícilmente una evaluación sobre valores llegará a ser totalmente objetiva; sin embargo, se pueden establecer procesos de triangulación para establecer los juicios más apegados a la realidad y llegar a un mejor diagnóstico de la situación. Es aconsejable utilizar diversos instrumentos para que luego de un cruce de información se pueda tener una óptica más clara acerca del asunto que se quiere evaluar. A continuación algunas metodologías que pueden utilizarse en conjunto o adaptarse dependiendo de las circunstancias para evaluar actitudes y valores.
Registro anecdótico:
Se trata de breves descripciones de los comportamientos observados en un alumno en situaciones variadas. Un observador del alumno especializado en registrar hechos significativos, ya sea por ser característicos del individuo o por estimarse excepcionales y sorprendentes en él.
El registro anecdótico, por tratarse de un instrumento a largo plazo, que necesita la atención continua del docente, se aconseja en casos en que el profesor sienta que debe realizar un seguimiento sistemático.
Algunas indicaciones para llevar el registro anecdótico con eficiencia son: observar la conducta y escribir con precisión los detalles de lo sucedido, tan pronto suceda; no anotar juicios personales, opiniones subjetivas o suposiciones, utilizar lenguaje descriptivo,
Ejemplo de ficha de registro anecdótico:
Fecha: 14-2-91
Alumno/a: Ángeles Gómez Observador/a: Marisa Jiménez. Curso: Matemática Contexto: Al final de la sesión de la mañana, en el momento de terminar el trabajo de fichas. Descripción del incidente: Marisa preguntó quién no había terminado las fichas que estaban sin hacer. Ángeles calló, hasta que, después de pasar la lista, se comprobó que era ella. Se le criticó su actitud con la intención de que en lo sucesivo no la repitiese. Interpretación/valoración: No es la primera vez que lo hace. Ya ha sido reprendida varias veces y no cambia. Habrá que pensar en otros métodos para que deje de mentir. |
Fuente: Bolivar, A. “La evaluación de valores y actitudes”.
Ed. Anaya, Madrid, 1995.
Lista de control y escala de apreciación/observación:
Ejemplo de listado:
Competencia / Actitud /valor |
Observado |
Logrado |
No logrado |
|
si |
no |
|||
Escala de apreciación:
Este instrumento es similar al anterior pero permite, además, crear una escala dicotómica de lo observado, es decir, detectar el grado en que un sujeto presenta el rasgo evaluado, desde su ausencia o escasa presencia hasta la posibilidad de tener el máximo de éste o de una determinada actitud o conducta (mediante una escala gráfica, categórica o numérica).
Ejemplo:
Logro/Valor/Competencia |
Se observa |
||||
siempre |
Varias veces |
Algunas veces |
Raras veces |
Nunca |
Recomendaciones para construir los criterios de evaluación:
a) Definir el rasgo a evaluar.
b) Elaborar indicadores claramente observables
c) Especificar el orden o secuencia de los indicadores (si corresponde).
d) Validar la relación lógica entre la definición del rasgo y los indicadores elaborados, a través de juicio de experto (validez de contenido).
e) Seleccionar el tipo de escala para evaluar cada indicador (para la lista de control debe ser dicotómica: Si – No; Logrado – No Logrado, etc. Y para la escala de apreciación debe ser politómica, ya sea numérica, categórica o gráfica).
f) Diligenciar el instrumento.
g) Analizar los resultados.
h) Emitir evaluación y recomendaciones.