Siempre ha existido el debate de si la educación que reciben los niños de hoy en día es la más adecuada para su futuro. En la sociedad actual, que cambia a una velocidad de vértigo, esta tesitura está más a la orden de día que nunca, y el cambio educativo se exige cada vez más y más, todo para que los estudiantes se adapten al mundo del mañana. Por esta misma razón, la Fundación General de la Universidad de Valladolid (Aecofame) y La Clínica del Lenguaje abordarán esta problemática en un congreso denominado «El Cambio Educativo: de sueño a Objetivo», una cita que se llevará a cabo este 14 y 15 de abril en el Palacio de Congresos Conde Ansúrez de Valladolid.
Conocimientos globalizados que requieren nuevos perfiles, modelos de familia heterogéneos o una alta tasa de fracaso escolar, entre otras cosas, ponen en entredicho el modelo educativo actual, y algunos profesores «tímidamente» inician pequeñas revoluciones y procesos de cambio dentro de las aulas. «Uno de los principales objetivos del congreso es hacer que los docentes no se sientan solos, que sean conscientes de que somos muchos en este barco y si remamos juntos, los cambios llegarán». Esta afirmación la realiza la coordinadora del evento, logopeda y gerente de La Clínica del Lenguaje, Elena Mesonero, quien también piensa que en esto de la educación «no hay una receta mágica» y el cambio en el aprendizaje tiene que salir «de lo mejor de cada uno de nosotros». Según Mesonero, en la educación «no hay intrusos, porque es tarea de todos» y los cambios tienen que nacer en el aula, pero también «de las familias» y de la sociedad «en su conjunto».
Con las tareas y las lecciones mecánicas que se imparten en las aulas, parece que a los niños no les «engancha» la educación, y ante esta duda, Mesonero y los organizadores preguntaron a la mejor fuente: los más pequeños. Y las respuestas fueron, en efecto, por esta misma corriente. Los niños, en una encuesta que se les formuló, aseguraron que les gustaría «aprender jugando, más acción» y que les gusta mucho «los profesores apasionados» que explican las cosas «de mil maneras» para que todos lo entiendan. Y, por supuesto, como a cualquier persona, no les gusta «que les griten y que no les traten con respeto», además de que consideran algo esencial ser «protagonistas del aprendizaje» y trabajar de manera cooperativa.
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La logopeda y coordinadora del congreso sobre educación, Elena Mesonero
La logopeda y coordinadora del congreso sobre educación, Elena Mesonero – ABC
Ante estos resultados, la logopeda cree que, obviamente, todo lo hecho hasta el momento en materia de educación «no se puede echar por tierra» porque hay «cosas que funcionan», pero si que opina que hay que adaptarlo «a los nuevos tiempos». «Los libros de texto están muy bien, pero ahora hay muchos más recursos» asegura Mesonero, quien también apunta que cada uno pueda elegir con cuál aprende mejor, si con el libro o con dispositivos digitales.
Respecto a estas nuevas tecnologías, la logopeda expone que es una «de las asignaturas pendientes» y que lo esencial es enseñar a nuestros hijos «a tener juicio crítico». Según Mesonero, ellos saben utilizar la tecnología «infinitamente mejor que nosotros», pero tenemos que guiarles y enseñarles a que aprendan cuál es la información valiosa. «Tienen que diferenciar el trigo de la paja. No solo a nivel de conocimientos académicos, sino también a nivel ético y moral».
Cadenas de televisión y protectoras de animales
Quizá uno de los problemas para el cambio en la educación es la posible libertad que tengan los profesores para llevar a cabo otras metodologías. En este sentido, Mesonero cree que es primordial «que se les deje hacer» y, por tanto, llegar a un acuerdo con el claustro y la dirección, aunque a veces eso «no es fácil». Es cierto que los docentes tienen «una carga burocrática excesiva», pero si hay profesores como Beatriz Vicario que organizó una cadena de televisión hecha por los alumnos, o César Bona, que consiguió que sus pupilos creasen una protectora de animales, «significa que cosas se pueden hacer».
Y es que los profesores son el alma de la educación. Por eso, los padres, otro de los implicados en este campo, tienen que dar al docente «el estatus que se merece» y, sobre todo, «no desacreditarles delante de los alumnos». «Hablamos mucho de los meses de vacaciones, pero no creo que tuviésemos valor para entrar en un aula con 25 niños de tres años y que saliesen vivos, aseados y que encima hubiesen aprendido algo», afirma Mesonero, quien expone de manera rotunda que la profesión de docente es «la más significativa y valiente de todas» y las familias «debemos apoyar eso», además de que en la actualidad «tenemos la mejor generación de profesores de la historia y es importante que se sepa».
Bilingüismo
Por último, respecto al siempre controvertido bilingüismo en las aulas, la gerente de La Clínica del Lenguaje opina que el conocimiento de idiomas es muy saludable a nivel neurológico, pero «tengo mis dudas» sobre si el modelo actual «tiene sentido». A este respecto, el que haya asignaturas como ciencias en inglés a veces supone que los alumnos tengan que traducirlo al castellano para entender los conceptos de la propia materia y luego volverlo a pasar a inglés «para solventar la clase y me parece un sistema muy farragoso para los beneficios que puede aportar».
Para solucionar esto, Mesonero asegura que le parecería más interesante que el inglés fuese una asignatura «de patio», es decir, que los alumnos sepan comunicarse en inglés para, por ejemplo, cambiar cromos o pedirle a otro compañero que juegue con él.
Fuente:http://www.abc.es/espana/castilla-leon/abci-profesion-docente-mas-significativa-y-valiente-todas-201804131847_noticia.html