El 29 de junio de 1823, día de San Pedro, patrón de Chorrillos, a las 11 de la mañana, José Olaya fue conducido a la Plaza de Armas para ser ejecutado.
La pena se cumplió a las once de la mañana del 29 de Junio de 1823 en el denominado Callejón de Petateros, hoy pasaje Olaya, ubicada al costado de la Plaza de Armas de Lima.
Olaya es la persona que encama el patriotismo y la esperanza en ese año contradictorio, pesimista, de 1823. Al lado de la crisis política, frente al quebranto en las batallas de Torata y Moquegua, en enero de 1823, cerca del «Motín de Balconcillo» y de la anarquía naciente, el pescador Chorrillano muestra la invariable decisión de servir a la Independencia.
No solo debe considerársele como un símbolo del heroísmo patriótico de los humildes sino, también la silenciosa inmolación por la promesa de una Patria.
Los españoles permanecieron en Lima del 13 de junio al 16 de julio de 1823. Al evacuar la capital aumentaron su equipaje con un cuantioso botín. Extrajeron la plata labrada de la Catedral, de Santo Domingo y de otras iglesias; se llevaron las máquinas y útiles de la Casa de Moneda, quemando lo que no podían conducir; saquearon la Biblioteca Nacional; emplearon como leña para sus ranchos las puertas y ventanas de una casa rural del presidente Tagle; arrancaron al afligido vecindario grandes cantidades de dinero, paños, brin y otros artículos, con amenazas de incendio y saqueo y cometieron no pocas tropelías más.
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