Más de dos millones de niños, entre seis y 17 años, están expuestos al trabajo infantil en todo el Perú, y la gran mayoría de ellos labora en el denominado trabajo infantil peligroso: minas, ladrilleras y basurales, reveló la coordinadora nacional del Programa IPEC de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Kathia Romero, en el Día Mundial contra el Trabajo Infantil. «A todos estos niños se les priva el derecho a la educación y a la libre recreación», sostuvo.
La vida del pequeño Fabricio M.Z. (11) es un claro ejemplo de ello. Él trabaja duramente siete horas del día vendiendo caramelos en las peligrosas calles del Callao para costear sus estudios en un conocido colegio chalaco.
«En la mañana voy al colegio y en la tarde trabajo vendiendo caramelos con mi hermanito Paolo (de apenas ocho años) en los paraderos de la avenida Tarapacá. De grande quiero ser futbolista y jugar en Europa como Ronaldinho», jura sonriente, dando piruetas en el suelo.
Junto a él, otro niño de diez años brinca y efectúa volantines en el frío pavimento. Se trata del pequeño Bruno C. G. (10), quien asegura ser un experto cocinero a su corta edad. «Yo soy el Gastón Acurio del Callao y trabajo en un restaurante. Pelo papa, yuca y se freír pollo», indica con cara de pocos amigos. Brunito desea ser de grande cantante o un experto skaters. «Yo trabajo por diversión. Cuando tenga mis hijos nunca se morirán de hambre, pues sé cocinar», expresa en su inocencia.
Fabricio, Paolo y Brunito, al igual que otros 30 chalaquitos trabajadores del primer puerto, fueron agasajados ayer por la municipalidad, durante el lanzamiento del programa piloto municipal para erradicar el trabajo infantil en las calles chalacas.