¿Reforma o laberinto curricular?

Idel Vexler

El 2004 en nuestro país había hasta 11 currículos escolares tanto para inicial, primaria y secundaria (EBR). Esta proliferación de planes y programas de estudios generaba un desorden en el trabajo pedagógico en las escuelas, lo cual afectaba el logro de los aprendizajes de nuestros niños, niñas y adolescentes. Es en ese marco que se inicia un proceso de integración, con el fin de avanzar hacia un solo currículo escolar nacional para estos niveles educativos. De este modo, el 2005 se puso en marcha un Diseño Curricular Nacional (DCN en proceso de reajuste). Y fue recién en el 2009, después de un proceso de validación y mejoramiento, que se aprobó el DCN que está vigente hasta la actualidad. Tiene un enfoque por competencias y considera articulada y secuencialmente capacidades, conocimientos, así como valores y actitudes desde el nacimiento hasta el quinto de secundaria.

Teniendo en cuenta el DCN se han construido de manera diversificada proyectos curriculares regionales, así como proyectos curriculares en cada institución educativa, que son la base para que los profesores cada año desarrollen los programas que van a enseñar a sus educandos en un determinado grado y área de estudios.

Sin embargo, el Ministerio de Educación desde agosto del 2011 -sin previa evaluación del DCN vigente- ha iniciado la construcción de otro DCN denominado como un nuevo «Marco Curricular», que considera ocho aprendizajes fundamentales para toda la Educación Básica Regular. Al mismo tiempo, viene distribuyendo y obligando a desarrollar las «Rutas de Aprendizaje» (que contienen qué y cómo enseñar) para matemática, comunicación y ciudadanía. Además, estaría haciéndose llegar a los colegios estándares de aprendizaje o «Mapas de Progreso», que son expectativas de aprendizaje, de carácter nacional, que describen lo que los estudiantes deben saber, hacer y valorar al término de cada ciclo de su educación escolar.

Esta variedad de instrumentos pedagógicos para desarrollar el trabajo curricular está generando confusión en muchos directores y docentes de las instituciones educativas porque no saben a qué atenerse en la programación, la enseñanza y la evaluación de los aprendizajes, situación que perjudicaría a los estudiantes. Se preguntan: ¿Qué hacemos con el DCN? ¿Dejamos de lado el proyecto curricular del colegio? ¿Cuáles son las competencias que debemos enseñar: las del DCN, las de las rutas, las de los mapas de progreso, o las de los programas anuales? ¿Para qué diversificamos el currículo escolar de acuerdo a la realidad si desde Lima -de manera centralizada y uniforme- se establecen las competencias, capacidades, estrategias e indicadores a seguir para todos los centros escolares del país? Los funcionarios y especialistas del Minedu debieran visitar las instituciones educativas de Lima y provincias para ver, escuchar y tomar las medidas correctivas sobre esta situación. Y, lo más importante, para sacar a los directores y profesores de esta complicación pedagógica. Termino con la pregunta inicial para que los lectores la respondan: ¿Reforma o laberinto curricular?

Idel Vexler

Fuente: Diario Correo.pe