Día Internacional de la Tierra

«Cada día la información que se obtiene en todo el mundo nos permite plantear la siguiente hipótesis: mueren millones de pájaros y peces, cientos de ballenas y de otros mamíferos, y todo parece ser consecuencia del denominado ’cambio global’. Toda forma de vida (desde la más pequeña, como una bacteria, a la más grande conocida, como una ballena) está condicionada por el ambiente donde vive. Cualquier cambio en el medio externo, como la atmósfera, el mar o el suelo, puede afectarla hasta su muerte». Este diagnóstico de los doctores Juan Antonio González, director del Instituto de Ecología de la Fundación Miguel Lillo, y Juan Minetti, investigador del CONICET y director del Laboratorio Climatológico Sudamericano, debería sacudirnos la modorra, especialmente hoy, que se conmemora el Día Internacional de la Madre Tierra. El trabajo de los dos científicos tucumanos circula por el mundo con el nombre «Desastre Ecológico 2010».¿Por qué rescatar este informe tantos meses después? En primer lugar, porque sigue escandalosamente vigente. «Al principio varios tomaron este informe como carente de fundamento científico; sin embargo, la mortandad sigue en 2011 a tal punto que la ONU está auspiciando una reunión en Sudáfrica para analizar el tema con expertos de todo el mundo», recordó González.

En segunda instancia, porque se pretende que la jornada de hoy nos lleve a reflexionar… y a asumir las responsabilidades que nos caben.

Los inicios

La historia comenzó así: el 22 de abril de 1970 el entonces senador y activista ambiental estadounidense Gaylord Nelson convocó a una manifestación para reclamar la creación de una agencia ambiental que, de una vez por todas, se hiciera cargo de generar el debate y la toma de decisiones necesarios para poner freno a la progresiva destrucción del planeta. La respuesta fue masiva: lo respaldaron 2.000 universidades, 10.000 escuelas primarias y secundarias y centenares de comunidades.

La presión social dio resultado. El gobierno de Estados Unidos creó la Environmental Protection Agency (Agencia de Protección Ambiental) y sancionó una serie de leyes destinadas a la protección del medio ambiente. Desde entonces, cada 22 de abril se propone renovar el reconocimiento de que la Tierra y sus ecosistemas nos proporcionan la vida y el sustento. También supone reconocer la responsabilidad que les corresponde a los ciudadanos.

Lo que está pasando

Para dar idea de lo sensible que es la vida vale repasar el resultado de algunos trabajos, según los cuales los rayos gama que provienen del espacio parecen estar bloqueando la fotosíntesis en los océanos y con ello la producción de oxígeno (revista Astrophys Space Science).

«Más del 80 % del oxígeno que se produce en el planeta proviene del mar», explicó González. Añadió que otro grupo de científicos comprobó que el campo magnético terrestre disminuyó su fuerza entre un 10 y 15 %. «Esto puede ampliar el agujero de ozono, dañar satélites, destruir redes eléctricas y confundir a pájaros, peces y animales que migran utilizando la estabilidad del campo magnético como asistente de navegación.

Así se explicaría la muerte de miles de ellos, como ocurrió en lo que va del año», apuntó. «Si a esto se agrega la contaminación de suelos y de agua, y la pérdida de bosques, el panorama es más que preocupante», resumió Minetti.

Balance de 40 años
¿Qué sucedió luego de aquella manifestación masiva de 1970? Hubo varias cumbres «intermedias», como la de Kyoto (de la que emanó el famoso Protocolo incumplido) o la de Copenhague (diciembre de 2009) que cosecharon más fracasos que buenas nuevas, en general por falta de voluntad política. La cita en Johannesburgo, en 2002, terminó con el representante de EEUU abucheado. La próxima reunión será en 2012, en Rìo de Janeiro. Todos los ojos estarán puestos en ella.