La Batalla de Ayacucho es la cumbre de la Gloria Americana, y la obra del general Sucre. La disposición de ella ha sido perfecta y su ejecución divina. Maniobras hábiles y prontas desbarataron en una hora los vencedores de catorce años, un enemigo perfectamente constituido y hábilmente mandado. Ayacucho es la desesperación de nuestros enemigos. Selló definitivamente la liberación del Perú así como también la de toda la América Hispana, Ayacucho semejante Waterloo, que decidió el destino de Europa.
Después de la batalla de Junín, el ejército peruano marcho hacia el sur, Sucre se estableció entre Abancay y Andahuaylas y Bolívar se dirigió a Huacho.
Del cuzco salió el Virrey con el ejército español, con Canterac, como jefe del Estado Mayor y con Carratalá como ayudante general. Llego a Abancay el día 16 de noviembre y a partir del 3 de diciembre ambos ejércitos marchaban a la misma dirección y el 6 de diciembre llegaron a Ayacucho. El 8 de diciembre el virrey ocupo las alturas del cerro Condorcunca desde donde se divisa el pueblo de Quinua. El ejército patriota se encontraba cercas de las pampas de Ayacucho
Al amanecer del 9 de diciembre de 1824, ambos ejércitos se encontraban listos para iniciar la que sería la última batalla por la independencia de América española. Los ejércitos estaban dispuestos para el encuentro final, el general Sucre pasó revista a sus tropas, a los cuales arengó con las siguientes palabras inmortales en la historia del Perú: » ¡Soldados! De los esfuerzos de hoy depende la suerte de la América del Sur. Otro día de gloria va a coronar vuestra admirable constancia”.
Sucre organizo su ejército en las pampas de la Quinua, en orden de batalla: su jefe del estado mayor era el general Gamarra y Ramón Castilla, su ayudante general. Córdova a la derecha, Lara al centro y La Mar a la izquierda, Miller en la retaguardia; eran 5780 hombres.
El ejército español se organizó de la siguiente manera: Villalobos a la izquierda, Monet al centro y Valdez a la derecha; eran 9310 hombres.
La batalla se inició al grito de Córdova ¡Adelante! ¡A paso de vencedores!
Lo primero que hace Sucre luego de concluida la batalla es pensar en su jefe Simón Bolívar apresuradamente desde el mismo campo le escribe eufórico: «… los últimos restos del poder español en América han expirado en este campo afortunado…»
La capitulación de Ayacucho representó el fin de trescientos años de dominación española en el Perú y la culminación del largo proceso de la independencia, iniciado por los precursores y la revolución de Túpac Amaru II, que tuvo honda repercusión e influencia en toda esta parte del continente americano.
GENERAL ANTONIO JOSE DE SUCRE
El pueblo que tu hiciste soberano,
te saluda… Tu talla de guerrero
se yergue legendaria: fue el acero
rayo triunfal en tu potente mano.
Tú dominaste al luchador hispano,
el más grande y glorioso altanero,
fuiste un paladín digno de Homero
honor del continente americano.
Magnánimo en la lid, fuiste la lumbre,
de nobleza fecunda: la victoria
de cien combates te llevó a la cumbre.
Semejará en los siglos a la cumbre.
lámpara apocalíptica que alumbre
una sublime eternidad de gloria.
Renato Morales
A LA BATALLA DE AYACUCHO
«¡Mudo el cañón; del campo fratricida
el suelo en sangre tinto, la bandera
que triunfadora el orbe recorriera,
por españoles manos abatidas…!
¡Oh, Pizarro! ¡Oh dolor si aquí bandida!
tu centellante espada reluciera,
del mundo de Colón señora fuera,
no de mis propios hijos, ¡Ay!, vencida».
Así sobre los Andes, real matrona,
el manto desprendido, adusto el ceño,
con llanto de furor su mal pregona;
Y al ver un mundo en manos de otro dueño,
a la vencida tropa por desdoro,
lanza en pedazos mil al centro de oro.
Rafael M. Baralt (Venezolano)