La antigua idea que decía que para “salvar el honor de una mujer”, si esta salía embarazada, debía casarse o cuando menos convivir, ha perdurado mucho tiempo. A veces sostenida por el argumento de que, así, el hombre quedaba bien con los padres de la futura madre.
Y otras porque la dama esperaba la gestación para unirse definitivamente con él. Hoy no aconsejamos este tipo de decisiones por una serie de razones que pasamos a explicar. Una es porque detrás de esas uniones hay una obligación impuesta, no es una decisión de dos personas libres. Otra es que la decisión viene por el lado del hijo en camino y no por el amor entre ambos. Además, pronto aparecerá el sentimiento de haber sido atrapado y, con él, surgirá la idea de abandonar a la pareja apenas nazca el bebé. En consecuencia, no debemos olvidar que hay dos motivos que justifican el matrimonio: la decisión de iniciar una vida juntos hombre y mujer, así como el hecho de que antes del embarazo ya habían determinado que se iban a casar, con lo que la gestación solo es una anticipación de la celebración.
Fernando Maestre
Fuente: Perú 21