El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, establecido por la Organización de Naciones Unidas, es una fecha muy significativa y oportuna para recordar las acciones emprendidas hace un siglo por valerosas mujeres, a fin de conquistar sus derechos laborales, políticos y sociales en diversas latitudes del mundo.
En nuestro país, hace 57 años, las mujeres conquistaron el voto femenino, desde entonces su participación en la política ha sido valiosa.
Hay que señalar que ese avance se ha dado en porcentajes mínimos, si se tiene en cuenta que en 12 elecciones generales desde 1956 a 2011: cinco bicamerales, cinco unicamerales y dos Constituyentes (1978 y 1992) suman solo 185 mujeres elegidas como senadoras, diputadas, o congresistas, frente a un número muy superior de varones.
La Constitución de 1933 consagró el derecho a voto para las mujeres mayores de 21 años de edad, en las elecciones municipales, aunque éstas se instauraron 30 años después, en 1963.
Ancestralmente, por el prejuicio de que las mujeres deberían ocuparse solo de tareas domésticas, no tenían acceso a la educación y al empleo, menos a la participación en la vida pública.
El quiebre de este concepto machista se dio cuando la mujer incursiona en la actividad pública, emitiendo su pensamiento a través de artículos periodísticos y literatura como lo hizo, por ejemplo, Clorinda Matto de Turner.
En 1908 se abrieron las puertas de la universidad para las mujeres, y se intensificó su acción en la lucha por la jornada de las ocho horas.
Luego de instaurarse el voto obligatorio para las mujeres en 1955 durante el gobierno del General Manuel A. Odría, en el período 1956-1962, se eligió a la primera senadora, la cajamarquina Irene Silva de Santolaya y a ocho diputadas: Manuela C. Billinghurst López, Alicia Blanco Montesinos de Salinas, Lola Blanco Montesinos de La Rosa Sánchez, María Mercedes Colina Lozano de Gotuzzo, Matilde Pérez Palacio Carranza, Carlota Ramos de Santolaya, María Eleonora Silva y Silva y Juana Ubilluz de Palacios.
El derecho al sufragio, también permitió abrir las puertas del Palacio de Justicia para las magistradas mujeres.
En esta batalla destacó la exsenadora Rosa Estrada Alva, quien a sus 98 años observa con satisfacción, en su Trujillo querido, los logros de las mujeres en las distintas áreas del quehacer nacional. Nuestro reconocimiento a su proficua labor por la conquista de los derechos y oportunidades para las peruanas.
No obstante, el reconocimiento de los derechos de las mujeres en las diferentes constituciones, en las leyes y otras normas, las mujeres en el Perú aún no logran reivindicar todos sus derechos como el más grande y universal de respeto a la vida, a su salud integral y a su dignidad.
Los esfuerzos alcanzados en un siglo no son pocos, pero aún hay una gran tarea pendiente para lograr el respeto a la dignidad de las mujeres, muchas veces ultrajada, por ejemplo en los actos de violencia, como el feminicidio que en 2012 nos arrebató a 97 mujeres.
La mujer peruana aún sufre abusos y discriminaciones. En algunos centros laborales basta que una mujer resulte embarazada para que peligre su estabilidad. Desde aquí decimos: ¡Basta ya de violar los derechos de las trabajadoras!
Aún son insuficientes las acciones específicas para apoyar el desarrollo pleno de las mujeres que viven en las zonas rurales y son la mayoría, sin oportunidades de educación, salud y vivienda.
Lima es importante, pero no es todo el Perú, el Estado debe llegar a los lugares más recónditos de nuestro país para llevarles instrumentos y recursos para el progreso de estas familias peruanas.
La igualdad de oportunidades y la inclusión social deben traducirse en acciones y políticas públicas, en las cuales todos debemos estar inmersos, porque el bienestar de las familias no tiene color político.
En esta tarea debemos conjugar esfuerzos las instituciones del Estado, el sector privado y las instituciones públicas.
La Comisión de la Mujer y Familia, trabaja con el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Poder Judicial, Defensoría de la Mujer, instituciones internacionales y organizaciones no gubernamentales para conquistar la plena igualdad de género.
Analizamos permanentemente la legislación pertinente para dotar de instrumentos legales a los poderes públicos y al Ejecutivo a favor de las mujeres y la familia.
Nuestro mejor homenaje a las mujeres es brindarles mayor participación en igualdad de género y equidad en los directorios de las empresas públicas, así como en la escena política local, regional y nacional, por lo cual para el Legislativo una tarea pendiente es la aprobación de la ley de alternancia.
El desempeño de las mujeres es vital para la construcción de un país democrático, seguro, justo y pacífico.
«La Comisión de la Mujer y Familia del Congreso de la República trabaja con el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Poder Judicial, Defensoría de la Mujer, instituciones internacionales y organizaciones no gubernamentales para conquistar la plena igualdad de género. «